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en medio de tanto movimiento, hay una mujer con piel de bronce y ojos grises como una nube de las que traen truenos y tormenta, que se sienta en una banca al lado de quien va a ser su compañía durante los próximos minutos.

Es una niña, una niña de cabello largo y del color de un prado en otoño que lleva atado en una cinta de azul cerúleo y ojos de un color entre medio del violeta y el celeste.

La mujer le pregunta por su día.

La niña le contesta que todo esta de maravilla.

Balancea los pies y se inclina hacia delante con aire soñador mientras le relata como se entretuvo toda la tarde contando rosas rojas en los balcones y sintiendo las miles de fragancias que emanaban las dulces flores.

Ahora es el turno de la niña para preguntar.

Le pregunta a la mujer que se siente pasar los dedos por un campo de trigos.

La mujer sonríe y le relata que se siente un cosquilleo tierno en la punta de los dedos y a veces un pinchazo cuando pasas por alto un cardo entre los trigos.

La niña cierra los ojos y extiende la mano, imaginando que ella esta pasando los dedos por un campo de trigo, mueve sus deditos de adelante para atrás e incluso los recoge al imaginar la sensación del cardo enterrándose en su delicada piel.

La niña le hace otra pregunta a la mujer.

Le pregunta a que sabe el vino.

La mujer suelta una risotada, lo que atrae miradas curiosas que luego se desvanecen al perder el interés por su repentina reacción. La mujer le dice a la niña que en lo personal detesta el sabor del vino, o el alcohol en general.

Le recuerda a tardes frías y grises en las que su padre se emborrachaba y se comportaba como un hombre impredecible y temperamental.

La niña hace una mueca al pensar en ese horrible escenario y decide cual va a ser su tercera y ultima pregunta.

La niña le pregunta a la mujer que se siente vivir.

La mujer no contesta, no puede y la niña lo sabe, pero tenia que intentarlo.

El momento termina y la niña se despide de la mujer, emprendiendo la marcha hacia el mar de personas.

Atraviesa a las historias andantes que caminan en todas direcciones sin ser vista, envuelta en ese halo de luz tan iconico que tiene los que son como ella.

Su transparente cuerpo desaparece, absorbido por la multitud de personas vivas.

Es muy fácil perder a un fantasma de vista cuando se mezcla con los vivos.

Los Títeres Del ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora