- Capitulo Siete -

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Luego de que Marco, únicamente cambiara su bandita por una nueva, salieron de la enfermería a lo que Rissa se dirigió a la cocina para ir a ayudar a Thatch a preparar todo lo necesario para la barbacoa, encontrándose al cocinero de espaldas picand...

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Luego de que Marco, únicamente cambiara su bandita por una nueva, salieron de la enfermería a lo que Rissa se dirigió a la cocina para ir a ayudar a Thatch a preparar todo lo necesario para la barbacoa, encontrándose al cocinero de espaldas picando algo con una postura decaída.

—¿Necesita ayuda? — pregunto haciendo que el cocinero dejara de hacer lo que estaba a haciendo para girarse hacia la recién llegada y al verla colocándose su delantal esbozo una gran sonrisa de oreja a oreja.

—¡Rissa-chan! Qué bueno verte. — hablo animado, parece que al final si cumpliría su deseo de cocinar con ella esa noche. — Pero ¿Ya estas bien? — pregunto preocupado, ya que cuando llego de su misión secreta lucia bastante agobiada.

—Lo estoy. — aseguro. — Creo que solo me hace falta comer algo. — bromeo para evitar que el cocinero siguiera preguntándole si estaba bien, lo cual resulto.

—¡Jajajaja! Bueno eso se arregla fácilmente. — respondió riendo para luego indicarle lo que tenía planeado hacer, a lo que la revolucionaria no tardo en ponerse manos a la obra y comenzar a preparar lo que hacía falta mientras que Thatch se dedicaba a marinar la carne. — Por cierto... Gracias por conseguir esta carne... Siempre soñé con probarla. — comento melancólico, cosa que llamo la atención de la joven. — Mi madre también soñaba con eso...

—¿Su madre? — preguntó intrigada.

—Fue mi madre quien me enseñó. Incluso teníamos un pequeño restaurante en mi pueblo natal. — comenzó a contar manteniendo una gran sonrisa. — Era una gran cocinera. Y estudio mucho para hacerlo, hasta llego a trabajar en un restaurante bastante lujoso, donde tuvo la oportunidad de preparar y probar esta carne... Solía decirme que no podía comparar su sabor con nada nunca cocinado. Desde entonces tenía deseos de probarla, pero... No todo salió como esperaba. Éramos muy pobres a decir verdad. — confeso con la mirada gacha con pena, no es que le avergonzara su origen humilde ni nada de eso, pero hasta la fecha le dolía recordar como su madre se mataba día con día solo para alimentarlo a él.

No levanto la mirada hasta que sintió una cálida sensación en su hombro, notando que era la mano de Rissa la que tocaba su hombro con consuelo acompañado de esa reconfortable sonrisa que le día que todo estaría bien.

Thatch se sentía raro al lado de ella, pero no un raro malo o desagradable, sino uno reconfortante, ya que la presencia tranquila que la joven desprendia lo hacía relajarse, como si Rissa fuese un incienso de lavanda.

No lo entendía de todo, pero la verdad tampoco le interesaba entenderlo y prefería disfrutarlo.

—Mmm, con que fue su madre quien le enseño a cocinar, ¿eh? Ya veo. — empezó a decir con una suave sonrisa. — Eso explica porque su comida es tan deliciosa. — comento riendo.— Cocina con el amor de mamá... No se usted, pero para mí, no hay mejor condiciendo que ese. — hablo de manera melódica. — Fueron muchos años de espera. Entonces... Esta es una noche especial para nosotros, Thatch-san. — termino de decir volteándolo a ver alzando la copa de vino que el cocinero le sirvió. — Por la espera.

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