- Capitulo Cinco -

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La fiesta había terminado hace un par de horas, todos fueron a dormirse ebrios, solo tres personitas estaban despiertas esa noche; Ace quien se quedó a limpiar toda la cubierta por el castigo que Barba blanca le impuso, se quejaba, ya que sabía qu...

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La fiesta había terminado hace un par de horas, todos fueron a dormirse ebrios, solo tres personitas estaban despiertas esa noche; Ace quien se quedó a limpiar toda la cubierta por el castigo que Barba blanca le impuso, se quejaba, ya que sabía que el mismo se buscó ese castigo.

Su cuerpo estaba cubierto de vendas, y es que después de la pelea, Rissa le ofreció una medicina para los golpes y Marco se encargó de curarlo (como siempre). Aquella acción solo lo hizo sentir más miserable, pues a pesar de que el intento lastimarla ella aun así se preocupaba por sus heridas.

Rissa por su parte se encontraba en su camarote mirando el techo de la habitación sin poder pegar un solo ojo desde que se acostó. Sabiendo que no podría dormir decidió levantarse e ir por un vaso de agua a la cocina y ver si la fresca brisa de la noche le ayudaba a conciliar el sueño.

Salió del camarote vistiendo únicamente unos pantalones negros holgados junto a una blusa interior de tirantes negra.

Tras llegar a la cocina se sirvió un vaso de agua helada, pero antes de tomar un sorbo se percató por una de las ventanas de la cocina al segundo comandante barriendo en la cubierta, por lo que prosiguió a llenar otro vaso de agua para después salir de la cocina y acercarse a Ace, a quién le tendió uno de los vasos.

El pecoso se sorprendió al ver a la revolucionaria a la mitad de la noche, sobre todo para ofrecerle un vaso de agua, pero aun así no dudo en aceptar el vaso y terminándosela en unos cuantos tragos sintiendo que volvía a la vida cuando la refrescante bebía recorría su garganta.

—Gracias. — agradeció con una leve sonrisa con un poco más de ánimo.

—No es nada.— correspondiendo la sonrisa.— Siento que lo hayan castigado en mi primer día aquí.

Ace negó con su cabeza no queriendo que Rissa se sintiera mal por sus acciones y le dijo: —No, fue mi culpa por como actué. Yo... Lo siento. — se disculpó apartando la mirada con algo de pena, pero cuando la volteo a ver de reojo levantando una ceja con intriga al ver como Rissa la miraba con rareza. —¿Qué pasa?

—Oh, no es nada. Es solo que tranquilo hasta parece otro. — rio ella, pues desde que lo conoció en la isla donde escaparon de la Marina, Ace se había mostrado inquieto y desastroso, queriendo pelear con cuanto aquel se le cruzara, pero ahora, que estaba más calmado se veía diferente, incluso su tono de voz se había vuelto más suave.

Al oír eso Ace aparto la mirada avergonzado.

—Ya me lo habían dicho.

—Es bueno ver que ya no está enojado.

—Sigo enojado. — revelo con un tono más agresivo sin voltear a verla.

—Mmm, no quiero que esté enojado conmigo. — hablo inclinando un poco su cabeza buscando que Ace la mirase, pero el pelinegro no quería hacerlo.

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