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—En serio seré bueno por favor suéltame...— Repite desesperado, apretando sus ojitos con fuerza a la par que caen lagrimas pequeñitas de dolor.

El primer hombre se mantiene un rato escuchando los débiles chillidos de Alastor, observando como tiembla cada vez más en el colchón, y sus orejas se encorvan de miedo.

—Mmm, bien.— Adam suelta los brazos de Alastor, casi de inmediato él se hizo bolita en el piso, abrazándose así mismo mientras terminaba de soltar su llanto; el castaño se hinca frente, acariciando con sutileza sus orejitas.

Quizás rebasó los límites de su trofeo, pero obligarlo a revivir sus traumas es una pieza muy importante para convertirlo en una masita completamente moldeable a su disposición.

—No soy él, Al.— Poco a poco rodea al ciervo con su brazo derecho, buscando abrazarlo, y que este lo acepte.— Pero debes entender cuando te portas mal, y llamarme imbécil fue la razón de porque hice esto.— Explica suave, sintiendo que el cuerpo de Alastor se relaja, al igual que su llanto.— ¿Te vas a portar mejor de ahora en adelante?

Alastor no responde al principio, sin embargo se abalanza hacia el primer hombre; extraño que haya sentido una especie de contacto protector en sus brazos, por lo que se acurruca en él.
Adam sonríe, ha logrado una meta con Alastor, y sólo es el primer día, ya quiere saber que pasará después de esto.

—Eso me responde parcialmente venadito, pero necesito que salga de tus labios.— Un último sollozo del pelirrojo brota.

—S-i, me voy a portar mejor...— La vulnerabilidad emocional continua postrada en su pecho, en su corazón marcado por el trauma que sufrió en vida; no pareciera, pero aquel recuerdo se desvaneció rápidamente, y la tranquilidad no tardó en invadir su cuerpo ahora protegido por aquel que es su raptor.

—Buen chico.— Conforme seguía acariciando la cabeza de Alastor, este se recuesta sobre su cuello, respirando y exhalando para calmar los últimos latidos desesperados.— Si te sigues portando bien, te seguiré premiando.— El ciervo asiente con la cabeza, ocasionando una sonrisa mas amplia en el rostro del castaño.— ¿Te gustaría cenar algo?

—Mm-mm claro...— Adam aleja el rostro de Alastor, alzando su mentón para que se miren a los ojos.

—La audiencia es temprano, así que cenamos y luego iremos a dormir, ¿de acuerdo..?— Otro tímido asentimiento de cabeza.— Hey, nunca haré nada que no quieras, espero que recuerdes eso.— La mirada de Alastor se alejó de la suya, sus orejas vuelven a pegarse contra su cabello.— Pero, si te portas como perrita malcriada otra vez voy a corregir esa actitud, ya lo sabes.

—Ya entendí...— Regresa la vista a Adam, con su inquebrantable sonrisa sumamente frágil.— ¿Dejaras de..?— El ángel alza una ceja, intrigado por la pregunta que parece atrapada en los labios de Alastor.

—¿Dejar de qué, venadito?— Cuestiona suavemente, aunque su tono insinúa que sabe perfecto a qué se refiere.

—De...— Alastor traga saliva, esforzándose por reunir el coraje necesario.— ¿De castigarme así..?— Adam mantiene el contacto visual, una sombra de arrepentimiento cruzando fugazmente por su mente al notar los ojos cristalizados de su trofeo.

—Dependerá de ti, Al. Si te portas bien y sigues mis reglas, no habrá necesidad de castigos.— Sus dedos continúan acariciando las orejas de Alastor con ternura.— Sólo quiero que recuerdes que si te portas mal, tendré que recordarte tu posición de esta forma.— Alastor asiente lentamente, aceptando la respuesta.

—Lo haré... Voy a portarme bien.—Promete Alastor, buscando en los ojos de Adam alguna clase de confirmación, o validación a su respuesta.

꧁༒𝕋𝕣𝕠𝕗𝕖𝕠 𝕕𝕖 𝔼𝕩𝕥𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕚𝕠༒꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora