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¿Se sentía traicionado por su raptor..? Qué estúpido fue, obviamente ese maldito bastardo le iba a mentir, no debía esperar más de él.

Pero, en verdad su corazón lo tomó como una dolorosa traición, incluso por algo tan poco significativo como el nombre de un arcángel.

—Mierda, lo siento Al, te juro que pensé que era Azrael.— Murmura Adam, pero Alastor no le quiso hacer caso.

Sus ojos se oscurecieron, y la expresión de su rostro se tornó fría, distante; la atmósfera en la sala se volvió aun más tensa, cargada de una vibra pesada, ya no solo por las miradas de los arcángeles, también por el resentimiento que Alastor está acumulando.

Miguel continuó con su discurso, mientras que sus hermanos continúan observando el nuevo trofeo de Adam

—Hemos reunido aquí a la Corte celestial para evaluar qué el trofeo de Adam, primer hombre y padre de la humanidad ha reclamado en el último exterminio tenga suficiente con una sola cadena de contención, o si se requieren medidas adicionales.

Alastor mantiene la mirada fija en la serafín más pequeña, su sonrisa amable por alguna razón la causa tranquilidad, tal como la de su madre; sin embargo la mezcla de ira, decepción, dolor, y miedo subyacente se concentra en su pecho.

Adam, sintiendo el distanciamiento de Alastor, apretó ligeramente su mano, intentando transmitirle apoyo, de inmediato el pelirrojo se soltó de ese agarre; el primer hombre no esperaba que se enojara tanto por lo del nombre...

—Pero antes de eso, Adam, dinos la razón por la cual decidiste traer a este... Pecador.— El castaño se levanta de su lugar, llevando la mano a su cintura de forma altanera.

—Simple, estoy aburrido y quiero divertirme un rato en lo que el siguiente exterminio empieza.— Miguel rodó los ojos.

—Pero claro.— Azrael, que se encuentra hasta la esquina izquierda de la mesa no puede evitar observar a Alastor, su curiosa anatomía parecida a la de un venado le causó gracia; Gabriel, que se encuentra al lado izquierdo de Miguel, se mantiene de brazos cruzados, muy serio, pero analizando a Alastor.

Raphael está en la esquina contraria, y Jophiel a su lado, comenzaron a revisar algunos pergaminos, de vez en cuando levantando la mirada, llevándola directamente al demonio, cargadas de curiosidad y seriedad; Uriel era el único de sus hermanos que estaba sonriente, intentando darle confianza a Alastor.

El resto de la Corte se dirigió hacia Miguel, la mayoría asintiendo lento.

—Mm, la Corte acepta esa declaración, ahora dinos, ¿qué es lo que planeas hacer con tu trofeo?

Lo de siempre, platicar, conocernos, encontrar pasatiempos en común, y después, bueno, si me acepta, me gustaría que tengamos una relación sexualmente activa.— Algunos miembros de la Corte, murmuraron sobre lo último.

—Que sorpresa, igual que tu anterior juguetito.— Dijo Azrael burlón, todos los arcángeles (excepto Miguel) se rieron, y así el resto de la Corte (Emily solo por la mirada acusadora de Sera)

—Hilarante como siempre Azrael.

—Claro Miki.— El arcángel rubio volteó a ver al azabache con suma molestia, luego regresó con Adam.

—La Corte acepta tu declaración, puedes sentarte Adam. Ahora ponte de pie, trofeo.— Alastor duda un poco, más el castaño coloca su mano sobre su hombro como apoyo.— Dinos tu nombre.

—Alastor.— Habla con cierto temblor en su voz.

—Fecha de muerte.

—8 de agosto de 1938...— Raphael y Jophiel buscaron entre los pergaminos, hasta que le pasaron a Miguel uno muy largo.

꧁༒𝕋𝕣𝕠𝕗𝕖𝕠 𝕕𝕖 𝔼𝕩𝕥𝕖𝕣𝕞𝕚𝕟𝕚𝕠༒꧂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora