꧁𝑳𝒂 𝑷𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂 𝒅𝒆 𝑫𝒓𝒊𝒇𝒕𝒎𝒂𝒓𝒌꧂

Capitulo 5

Durante los últimos seis años, los Dragones de Piedra de la familia Targaryen vieron cambios profundos y desafíos que moldearon el curso de su historia. Tras el fallecimiento de Ser Laenor Velaryon en circunstancias misteriosas, la vida en Rocadragón tomó un giro notable. La princesa Rhaenyra Targaryen, conocida por su fuerza y determinación, volvió a casarse, esta vez con el audaz y legendario príncipe Daemon Targaryen. Esta unión no solo consolidó su posición dentro de la dinastía, sino que también trajo al mundo dos nuevos vástagos: Aegon III, un niño de tres años con la promesa de su nombre ancestral, y Viserys II, apenas un año menor que su hermano mayor, destinado a heredar los rasgos y la sangre de los dragones.

Mientras tanto, los príncipes Jacaerys y Lucerys, quienes habían enfrentado duramente el trauma y la violencia en Marcaderiva, crecían hacia la adolescencia con experiencias y cicatrices propias. Jacaerys, a los quince años, mostraba una personalidad adolescente en desarrollo, con sus propios desafíos y búsquedas de identidad, mientras que Lucerys, de doce años, se había vuelto más introvertido y reservado, llevando consigo el peso del pasado que aún lo perseguía.

En cuanto a Joffrey, el hijo más joven de Rhaenyra y Laenor, con apenas seis años, irradiaba la inocencia y el cariño típicos de la niñez, siempre dispuesto a jugar con sus hermanos mayores y a buscar la aprobación de su familia.

Sin embargo, el mayor cambio se manifestó en Naerys, la princesa que había crecido bajo la sombra de la violencia y la pérdida. A sus diecisiete años, Naerys había florecido en una belleza espectacular, con casi metro ochenta de estatura, un torso robusto y una gracia que rivalizaba con la de las leyendas. Pero más allá de su físico imponente, era su destreza en el combate con espada lo que la había hecho célebre en todo Poniente. Conocida como "la dama roja" o "princesa caballero", Naerys se había convertido en una de las mejores espadachines de los Siete Reinos, desafiando las expectativas y ganándose el respeto de aquellos que la veían luchar con gracia y habilidad.

En Rocadragón, la atmósfera en la sala principal era tensa. Daemon Targaryen entró con un semblante serio, su furia apenas contenida. Naerys, siempre alerta, bajó a recibirlo. Al mismo tiempo, Rhaenyra, visiblemente embarazada, se unió a ellos. Daemon extendió un papel hacia Rhaenyra, quien lo leyó con creciente indignación.

Rhaenyra: (voz temblorosa de enojo) ¿Piensa cuestionar la legitimidad de Luke? ¿Y por extensión la de Naerys, Jace y Joffrey? ¿Y mi reclamo al trono?

Daemon: (apretando los puños) A Vemond solo le importa Driftmark y el linaje Velaryon. No nuestras políticas. ¿Ya ha hecho causa común con Otto Hightower?

Rhaenyra: (respirando hondo) Lo que me temía. Rhaenys ha vuelto a la corte. ¿No estará pensando en apoyarlo, verdad?

Daemon: (sacudiendo la cabeza) No. A pesar de los desacuerdos que tuvimos, no es tan cruel ni estúpida como para hacer eso.

Naerys, sin poder contenerse más, se adelantó y tomó el papel de las manos de su madre. Lo leyó rápidamente, su expresión se oscureció a medida que avanzaba por las líneas. Con un gesto decidido, hizo una bola el papel y lo arrojó al suelo.

Naerys: (con voz firme y decidida) ¡Basura! ¡Esto es descarado e indignante!

Rhaenyra: (mirando a su hija con orgullo) Tienes razón, mi amor. No permitiremos que esto quede sin respuesta.

Daemon: (mirando a Naerys con aprobación) Has crecido para ser una verdadera Targaryen, Naerys. Tu furia es justa, pero debemos canalizarla. Vemond debe ser tratado con cautela.

Naerys: (mirando a su padrastro) ¿Qué propones que hagamos, Daemon?

Daemon: (con una sonrisa sombría) Vamos a la corte. Presentaremos nuestra posición con fuerza y claridad. Que todos vean que no somos débiles ni divididos.