Capítulo 13

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Milán, Italia

Stella

Veo fijamente el techo del cuarto de Marcus. En estos dos días que llevo en su casa, lo he hecho un sinfín de veces.

Escucho el maullido de Simba y me levanto a verlo. Está en el piso, así que lo tomo subiéndolo  conmigo a la cama.

—Hola, bonito —Le digo, abrazándolo mientras las lágrimas vuelven a salir de mis ojos. 

A este paso, uno pensaría que ya no tengo lágrimas, pero es todo lo contrario.

No puedo dejar de pensar que me siento sucia, usada. Soy un simple juguete que le dio diversión a Carlos Sainz.

Carlos Sainz.

Maldito imbécil. 

Sus estúpidas palabras de que quería ser mejor para mí eran mentira.

—Te juro que lo odio, Simba —le digo al gatito, acurrucándome en la cama en posición fetal.

La puerta suena y sé que es Marcus, seguramente tiene que ir al trabajo.

—Hola, rojita —Dice, haciendo peso en la cama—me voy al trabajo. —Aquí viene la misma pregunta de estos últimos días—¿seguro que estarás bien?

—Sí, Marcus —Le respondo la misma respuesta de siempre—no es como que me vaya a hacer daño. Valoro mi vida, y ni ese imbécil merece que atente contra mi integridad —Me río, aunque sin humor—solo me lamentaré como lo he hecho últimamente. Quizás no debería hacerlo, ¿sabes? Después de todo, solo fui su juguete, su distracción.

—Stella, basta —Me lanza una mirada dura, esa mirada de que viene palabras que aspiro que me den ánimos —no eres nada de eso, que te quede claro. Solo eres una chica que fue usada por un grandísimo patán, pero vas a salir adelante porque esto no te va a derrumbar. —Siempre agradezco su forma directa de ser— Eres la mismísima Stella De Luca, la heredera del imperio De Luca. No se te olvide que, aunque tu papá en el pasado fue un idiota por alejarte, tú tienes ese carácter igual que él. Estoy seguro de que te levantarás de toda esta mierda —Se acerca y me abraza, vuelvo a llorar— y yo estaré ahí en todo momento.

—Lo sé, pero duele como la mierda. Pensaba que después de lo de mi madre y papá ya había pasado por todo el dolor que podía imaginar, pero me equivoqué. Esto también duele, y mucho.

—Stella, que esto no te derrumbe. Él no lo vale.

—No lo vale.

—Así es, hermanita —Me da un beso en la frente y se levanta.

Le doy una pequeña sonrisa.

—Ve a trabajar. Estaré bien. Además, tengo a Simba —Miro al gatito—gracias por cuidarlo.

SHAMELESS                                            [[CARLOS SAINZ]]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora