Capítulo XXIV

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La historia de Tobirama Senju era extensa y llena de eventos traumáticos, pues la muerte de sus demás hermanos corrompió lo poco que quedaba de su humanidad, Yagura y Hashirama representaban su vida casi en su totalidad, empeñado en cuidar de ellos aun poniendo su vida de por medio, el estaba seguro de lo que quería, lo cual era protegerlos ante cualquier cosa. Tobirama era el menor de los 3 hermanos que quedaban.

Sus ojos rojizos y su tez tan pálida como una hoja de papel, su voz grave y su mirada sin vida parecían alejar a las personas a su alrededor, menos a sus queridos hermanos, quienes de igual forma, darían su vida por este sin pensarlo. Considerado un Ninja prodigio dentro y fuera de su familia, inteligente estratega con una capacidad intuitiva impecable y prácticamente automática, el albino desconocía totalmente a lo que el amor se refería, pues lo único que tenia para guiarse era el incondicional cariño de sus dos hermanos. Ahora el prodigio de su generación estaba en apuros, encasillado en un nuevo problema al cual no podía darle nombre.

Kae a sus ojos era el ser humano mas interesante que nunca había conocido, su largo cabello castaño —En su tiempo— y sus brillantes pero vacíos ojos verdes lo hipnotizaban, el no sabia porque. La misma curiosidad que lo llevo a buscarla tantos años de su vida lo mantenían constantemente despierto, Tobirama sabia lo que podía significar, incluso, en el pasado cuando por primera vez en su vida tuvo contacto físico con ella, sospechaba que sus sentimientos no eran mera curiosidad, pues, estaba convencido de sentir algo más profundo por ella.

Verla caminar, comer y descansar parecían sus actividades favoritas ahora que la castaña se encontraba con el y ese pensamiento le decía lo obvio; la quería. Claro que la quería, incluso para una persona tan inexpresiva e introvertida como él podía aceptarlo, pero el amor era algo mas complicado, la forma en la que no había vivido fue incierta y confusa, su padre nunca fue capaz de demostrarle un cariño genuino, su madre murió cuando el era demasiado joven para recordarlo y sus hermanos —en su mayoría— habían sido asesinados durante tiempos de guerra.

El amor no es una palabra a la que Tobirama pudiese aferrarse con facilidad, pero ahora podía ser diferente.

Después de unos minutos en los que su hermana había abandonado su hogar con un rostro lleno de furia, Tobirama se había acercando hasta la castaña, quien se mantenía sentada sobre el tatami, su rostro demostraba una desilusión hiriente.

—Kae... —Llamo el albino, tomando asiento a su lado—. ¿Estás bien?

La castaña negó, sintiendo como pequeñas lagrimas estaban al borde del sus ojos. Tobirama la tomo por los hombros, abrazándola.

—No la escuches, esta enojada —Dijo el Senju, acariciando con suavidad el corto cabello de la chica—. Pero es conmigo... Yo le falle.

—Tobirama... —Murmuró Kae, dirigiendo su atención hasta los rojizos ojos del albino, con quien se encontraba demasiado cerca, podía sentir su respiración sobre su nariz— No se si pueda hacerlo...

—No digas eso, tu puedes hacer todo lo que quieras y necesites —Sus narices chocaron—. Yo estaré aquí para hacerlo realidad.

La castaña asintió, disfrutando el cálido tacto de su piel, no podía negarse ante el, ya no había vuelta atrás.

—Tobirama... —Susurró la castaña, sobre los ansiosos labios del albino— ¿Cuando te volviste el mas cursi de todos?

El Senju soltó una corta risa con suavidad, sin temer a la entrecortada respiración de la castaña quien se sentía desfallecer entere sus brazos.

Lo había soñado, tantas noches como las que contempla un año o mas, había alucinado con esa calidez tan abrazadora y aquel momento tan intimo, no quería soltarlo, quería sostener su mano hasta que sus cuerpos se hicieran polvo, hasta que sus almas volaran de la tierra hasta lo infinito. Hasta la muerte.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora