Capítulo IX.

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Me moví con incomodidad sobre la superficie suave en la que me encontraba acostada. Con pesadez, intenté abrir mis ojos, evitando lo máximo posible la luz excesiva que iluminaba mi rostro. Coloque mi dorso sobre mi frente, dando sombra a mi vista para así poder divisar lo que había.

Lo último que recordaba fue una larga pelea en el valle, yo siendo rodeada por muchos Senju. Lyan pidiéndome a gritos que nos fuésemos de ahí. Terca como toda la vida, parece ser que lo ignore.

Con la fuerza suficiente me incorpore en el futón en el que me encontraba acostada, estirando mi espalda, llevándome un dolor agudo en el proceso.

―Auch...

Con mi mano intenté masajear mi hombro, pero cada que intentaba hacer algo con esfuerzo mis músculos gritaban por el dolor.

―Maldita sea...― Murmuré resignada, bajando mis brazos para así descansarlos.

El ruido de la puerta llamó mi atención. Ahora que lo pensaba no tenía ni la más mínima idea de donde me encontraba, rostro, voces, todo era borroso dentro de mis recuerdos. Si me encontraba en un Futón eso quería decir que quizás me estaban cuidando.

Para sacar información.

Tomé uno de los libros que se encontraba apilado a mi lado, levantándome de aquel Futón como pude, de forma defensiva tomé este, esperando al momento indicado para defenderme.

La puerta termino de abrirse en su totalidad. Alcé el libro con destino a derecha arrojado al rostro de alguien.

―¡Ahh!― Exclamé en cuanto me acerque a golpear a mi secuestrador.

...

Dejé los pergaminos en el escritorio, recargue mi espalda contra la pared y solté un suspiro de completo cansancio.

Dos días habían pasado de haber encontrado a aquella chica al filo de la muerte entre tantos cadáveres. Una horrible batalla se había desatado en ese momento y ella había logrado sobrevivir.

Registrada como Senju Dai, líder del escuadrón de emboscadas. Una chica de la cual no se tiene ningún tipo de información o registro al igual que de todo su equipo, una identidad oculta aun para su clan.

―Dai...― Me levanté mi asiento, dispuesto a ver por su salud.

Camine por el pasillo, la casa se encontraba casi que vacía, tan sólo Yagura y mi padre se encontraban aquí, ambos con la cabeza en otras cosas.

Tome la puerta, observando esta con detenimiento, la sombra de la chica era visible, su fina figura se proyectaba y parecía están a la defensiva, esperando a que abriese la puerta. Deslizando suavemente esta, la abrí completamente.

...

Una de mis manos detenía el delgado brazo de la chica, con el libro sobre mi. Podía sentir su respiración sobre mi nariz, cálida y un poco apresurada.

Después de unos momentos su rostro fue cubierto por una expresión llena de dolor. Aun se encontraba recuperándose y se le ocurría actuar de esta forma.

Acerqué mi rostro lentamente hasta el suyo nuevamente, observando cada detalle.

Una mujer de ojos preciosos.

En un movimiento ella se alejó, con el rostro completamente rojo, abrazándose a si misma aparentemente por el dolor.

―¿Ya te encuentras mejor? ―Pregunté intentando obtener su mirada.

―¿Qué es lo que hago aquí?―Preguntó seria, apartando su vista de mi.

Su voz sonaba ronca, quizás por tantas horas de sueño y perder cierta costumbre durante los días que estuvo ahí.

El Ave Roja |Senju Tobirama|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora