Kae soltó la pequeña taza sobre el kotatsu, sintiendo sus manos frías y temblorosas. Aquel día, Yagura la había invitado a su casa, disculpándose de mil formas diferentes sobre el como la había tratado con anterioridad, esto, doblegó el ya delicado corazón de Kae, quien inmediatamente aceptó al ver el semblante apenado de la Senju. Ahora se encontraba sentada en su estancia, esperando a que Yagura regresara con el almuerzo que había anunciado, serviría ella sola.
Su espalda estaba completamente recta y tensa, no se había encontrado en una situación así sin el menor de los Senju, quien en repetidas ocasiones le dijo que no era buena idea salir sin él hasta que ella pudiese adaptarse al estilo de vida dentro de la aldea, recordando como Kae no parecía tener mucha idea sobre lo que convivir con gente sin intención de matarla era.
—¡Discúlpame! —Habló Yagura, llegando con una bandeja entre sus manos—. Tengo un desastre en las demás habitaciones y es un poco difícil caminar por ahí. —Dijo, con una amplia sonrisa, dejando la bandeja sobre el kotatsu.
—Está bien. —Asintió Kae, tomando nuevamente la pequeña taza entre sus manos.
Aquello la ayudaba a ocultar el temblor de sus manos.
—Espero te guste el inari sushi —Sonrió, tomando asiento a su lado—. La verdad es de las primeras veces que lo intento, entonces espero te guste mucho.
Yagura sonreía rodeada de un aura cálida y resplandeciente, Kae juraba mirarla de esa forma desde que la conocía en su niñez. La Senju parecía esforzarse por complacerla y aunque no lo entendía, Tobirama le había explicado que ser muy agradecido era parte primordial de la convivencia con las personas dentro de la aldea, así que tan solo se alzó de hombros y miró a Yagura, agradeciendo con un gesto.
—Huele muy bien. —Dijo, tomando los palillos a su lado—. ¿Estás aprendiendo a cocinar? —Preguntó Kae, curiosa ante el esfuerzo de la castaña.
Ella asintió energéticamente.
—El Inari Sushi es una de los platillos favoritos de mi prometido. —Contestó, mirando el platillo con admiración.
—¿Uhm? —Murmuró Kae, mirando nuevamente hasta Yagura— ¿Estás comprometida?
La Senju lo había olvidado por completo, rápidamente tapando con ambas manos su boca, su compromiso no estaba oficializado, hasta el momento el único conocedor de ello era su hermano mayor, quien aseguró guardar el secreto hasta que Yagura estuviese lista, cosa que con divagar arruinó ella misma.
—¿Podrías... no decirle a Tobirama? —Suplicó, su mirada ahora estaba fija en Kae—. No le he comentado nada y lo conoces, puede ser un poco...
—¿Exagerado? —Interrumpió, llevándose el asentimiento de Yagura— Entiendo, pero, ¿No sería mejor decírselo de una vez? —Preguntó, sintiendo sus mejillas llenas de comida.
A veces hasta Kae olvidaba todo lo que Tobirama le había enseñado sobre la educación. Yagura sonrió en confianza.
—No es tan fácil... —Murmuró Yagura, mirando hasta el piso con un poco de desánimo.
—¿Por qué no? Tan sólo es decírselo. —Respondió confusa.
A Yagura le admiraba la simpleza de los pensamientos de Kae.
—No creo que mi prometido le agrade...
—¿Madara? Vaya él odiaría eso... —Dijo con un asentimiento, Yagura palideció.
—Me lo merezco —Reconoció la menor—. Fue demasiada obvia esa noche, ¿No te parece?
Kae asintió, tomando otro bocado.
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El Ave Roja |Senju Tobirama|
Fanfiction(Los personajes no me pertenecen, salvo la heroína al ser de mi creación.)