03. Ella

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Nollan

Las gotas de lluvia mojaban los ventanales de mi oficina mientras yo me paseaba de un lado a otro; no encontraba algo interesante que hacer ese día, ya me había terminado los últimos tres libros que tenía pendientes y ahora solo quedaba luchar contra el aburrimiento.

Podía ver a través del vidrio el gran bosque que rodeaba mi mansión, era tan extenso que albergaba una infinidad de especies, unas peligrosas y otras dignas de admirar. A mí me gustaban aquellas que eran peligrosas, mantenían alejados a los chismosos y a las visitas indeseadas.

Ya eran las siete de la tarde. El cielo estaba nublado por la lluvia, pero no hacía frío; estaba prendida la calefacción de la habitación, aunque dudaba si las demás partes de la mansión estarían igual de templadas.

Quería llamar Charles, mi mejor amigo, y molestarlo un rato; pero supuse que estaría ocupado con su padre, que era tan estricto que hasta a mí me llegó a dar miedo en algún momento.

Me dejé caer en mi silla de cuero negro y me estiré mientras bostezaba. A este paso me iba a quedar dormido ahí; tenía que hacer algo, tal vez un café.

– Nollan, tienes 27 años, no 57, deja de parecer un anciano – Me dije a mi mismo.

Me levanté de la silla y comencé a andar hacia la puerta de la oficina para salir. Iría a la cocina por café y un snack que me encontrara por ahí, aunque sea para mantener la boca ocupada.

Caminé por los pasillos sin prisa, miraba distraído los cuadros colgados en las paredes. Era una mansión tan grande para una sola persona, algo ridículo sin duda.

Uno de los cuadros me llamó la atención por lo grotesco que resultaba ser y por los temas que abordaba: muerte, destrucción y sufrimiento. Era una pintura al óleo que no recordaba haber comprado y que trataba de La Guerra Nuclear, la peor guerra de la historia de la humanidad.

La Guerra Nuclear, inició en 2003 y fue un conflicto bélico que destruyó gran parte de la vida en la tierra; solo quedaron unos cuantos, pero viviendo en carencias.

La guerra no surgió de la noche a la mañana: era producto de años y años de tensiones entre las potencias mundiales. Cuando inició ya no se pudo hacer mucho, al caer la primera bomba ya no hubo vuelta atrás.

Después, vino la escasez de alimento y con ella el hambre: cuentan que era tanta la necesidad que llegabas a plantearte la idea de arrancarte y comerte tus propias uñas. Posteriormente hubo más guerra por el dominio de lo que quedaba, lo poco que quedaba.

Al no haber gobiernos, hubo oportunidad de que se instauraran gobiernos nuevos que pelearon entre ellos para obtener el control del mundo. Los triunfadores fueron: los Altos y los Opuestos.

Cada uno controlaría una parte de la tierra: Los Altos, desde la línea ecuatorial hasta el Polo Norte; y los Opuestos, gobernarían desde la línea del ecuador hasta el Polo Sur.

Su triunfo marcó el fin de la guerra, en 2028.

Vivir en territorio alto era toda una experiencia; si seguías las leyes esa experiencia sería grata, pero si no las seguías, no vivirías mucho para contarlo.

Aunque no pareciera, me gustaba estar solo, Malva era un buen lugar para vivir si eras un joven como yo, un lugar tranquilo y agradable a mi parecer. Sin embargo, recientemente había algo que me atormentaba y que el bosque no podía calmar.

MalvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora