07. ¿Quién es?

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Nollan

¿Quién es?

Una pregunta simple, pero que para mi se estaba convirtiendo en un calvario. Sufría por no conocerla y sentir que no ejercía el suficiente control para sentirme cómodo, no estaba controlando las cosas, solo me dejaba llevar por lo que dictara el destino.

– ¡Fuck! – Solté mientras daba vueltas como desquiciado en mi oficina. Me hallaba confundido con todo el tema de Lake.

Mi confusión no solo se centraba en la situación, sino también en Lake. Ella en tan poco tiempo, solo cuatro días, se había convertido en alguien que me importaba más que cualquier otra persona.

La deseaba, pero no solo físicamente, sino que también deseaba tener una cercanía más profunda con ella, conocerla y saber quién era Lake Harford. Tenía tanta curiosidad por su persona que necesitaba saber más.

Nunca nadie me había hecho sentir cuidado y seguro, no como Lake lo hizo en ese auto, afuera de la estación de policía: por primera vez en 10 años volvía a verme seguro frente al monstruo que me atormentaba.

Las cámaras, aquellas que me habían hecho tanto daño a la edad de ocho años... odiaba aquel día que habían asesinado a mis padres, porque eso era, un asesinato, por tomar una estúpida foto.

Mis padres, solo irían a una cena con los Altos cuando a un paparazzi se le ocurrió tomar una foto con un flash cegador, pronto perdieron el control del auto y chocaron. Los dos murieron ese día.

Desde aquel trágico suceso, mi vida tomó un giro inesperado, ahora todos querían capturar la mejor foto de cómo el hijo de los Fitzgerald pasaba el duelo: mientras comía, hacía la compra, visitaba la tumba de mis padres, lloraba; nunca estaba solo, siempre había alguien que me tomara fotos.

Pronto mi mente se vio afectada por el repentino cambio, por el acoso que enfrentaba por parte de los paparazzi: ahora me sentía observado todo el tiempo.

A tanto llegó mi paranoia que no dormía y cuando me duchaba revisaba una y otra vez para ver si no había alguna cámara.

Lo peor era que en esos tiempos no había una ley que regulara a los paparazzis, así que podían hacer y deshacer como quisieran, hasta consideraban meterse a tu casa como una opción.

Como casi no había figuras públicas, los Altos mantenían la creencia de que no era necesario hacer una ley que nos protegiera... hasta que llegué yo, con una situación complicada producto de los años que decidieron hacerse de la vista gorda.

Pronto hicieron tantas reformas como pudieron, evitando manchar su reputación frente a la población, aquella población que solo me veía como un niño huérfano e indefenso, preso de sus monstruos mentales y desgracias.

Por esa razón habían decidido brindarme su protección, una forma de verse más empáticos: solo una sucia fachada para esconder su metida de pata.

Nunca llegué a externar lo que pensaba realmente sobre los Altos, no quería meterme en problemas, así que hice lo que mejor se me daba, actuar. El ciudadano perfecto no existía, pero fingiría serlo, era la única manera de extender mis privilegios.

Sin embargo, no pude ganarme el privilegio de no casarme, lo tendría que hacer porque les había gustado mi mentira de ser el ciudadano perfecto y ellos deseaban que mantuviera esa fachada.

Me quité la gabardina por el calor y también la corbata, que podía sentir como me había asfixiado poco a poco.

El cansancio mental ya era palpable, por lo que sin dudarlo me senté en mi silla, dejándome caer como si mi cuerpo pesara una tonelada, ya no tenía ganas de lidiar con mi realidad; así que me puse a pensar en lo único que me distraía de ella: Lake.

MalvaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora