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El sol de la tarde teñía de tonos dorados el aula vacía de literatura donde Noeul, absorto en la lectura de un libro de poemas, encontraba refugio en las palabras. El murmullo de los pasillos y el suave voltear de las páginas eran sus compañeros habituales cuando Fort irrumpió con su característica energía.

—¡Noeul! Pensé que te habías perdido en tu mundo otra vez— exclamó Fort, con una sonrisa amplia mientras se acomodaba en el pupitre junto a él.

Noeul levantó la mirada del libro, devolviendo la sonrisa a su amigo.

—Solo disfrutando de un poco de poesía antes de la siguiente clase—respondió tranquilo, guardando el libro en su mochila. La literatura era su escape ante las complejidades del instituto.

Fort se rió, asintiendo con complicidad.

—Eres el único que puede hacer que la poesía suene tan emocionante. Pero, en serio, ¿alguna vez consideraste unirte al equipo de baloncesto? Podrías sorprender a todos.

Noeul frunció levemente el ceño, jugueteando con el bolígrafo entre sus dedos.

—No creo que sea lo mío. Prefiero ser el observador, capturar las emociones desde afuera.

—¡Como siempre!—exclamó Fort, dándole un golpecito amistoso en el hombro.—Pero nunca se sabe. Tal vez encuentres una historia que te haga querer actuar en lugar de solo escribirla.

El timbre sonó, anunciando el final de la clase y rompiendo la conversación entre los amigos. Guardando sus cosas, salieron juntos del aula, mezclándose con la marea de estudiantes que llenaban los pasillos.

[...]

Mientras caminaban, Fort se detuvo de repente, con una chispa de entusiasmo en los ojos.

—¡Noeul, esta tarde juega Boss, mi hermano!Deberías venir a verlo, realmente te gustaría. Es un verdadero líder en la cancha.

Noeul consideró la sugerencia por un momento, sintiendo la curiosidad picarle desde el fondo de su mente.

—Tal vez debería ir—murmuró, sus pensamientos llenos de imágenes de cómo Boss sería en su elemento, lejos de los libros y cerca de la acción.

Fort sonrió ampliamente, animado por la respuesta de Noeul.

—¡Genial! Te prometo que te va a gustar. Boss es realmente increíble en la cancha.

Noeul asintió, dejándose llevar por la emoción contagiosa de su amigo. Aunque normalmente prefería los confines tranquilos de la biblioteca o la soledad de su habitación para escribir, la idea de presenciar algo tan íntimo como el talento de Boss en el baloncesto le intrigaba.

—Está bien, iré. Será interesante verlo jugar.

Juntos, caminaron por los pasillos hasta llegar al gimnasio. El murmullo de los estudiantes se intensificó a medida que se acercaban al bullicio creciente proveniente de la cancha. Fort guió a Noeul entre la multitud, encontrando asientos cerca del banquillo del equipo.

Desde allí, Noeul observó con fascinación cómo Boss se movía en la cancha. Era evidente por qué Fort lo admiraba tanto. Boss no solo era habilidoso, sino que irradiaba una confianza tranquila que inspiraba a sus compañeros de equipo. Cada pase, cada dribbling, llevaba la marca de un líder natural.

A medida que el partido avanzaba, Noeul se encontró inmerso en el juego, olvidando momentáneamente sus propios pensamientos y preocupaciones. La energía en el gimnasio era contagiosa, y Noeul se dejó llevar por el ritmo acelerado y la tensión emocional del partido.

Después del juego, Fort y Noeul se encontraron con Boss en los vestuarios. Boss, con una sonrisa amistosa, extendió la mano hacia Noeul.

—Hola, soy Boss. Escuché que venías a vernos jugar hoy.

Noeul tomó su mano, sintiéndose momentáneamente abrumado por la presencia de Boss.

—S-sí, fue impresionante verte jugar. Eres realmente bueno.

Boss rió, apreciando el cumplido.

— Gracias. Me alegra que hayas venido. Espero verte más seguido por aquí.

Noeul asintió, sintiéndose atraído por la calidez y la confianza de Boss. Mientras caminaban juntos hacia la salida del gimnasio, Noeul sabía que esta experiencia había marcado el comienzo de algo nuevo en su vida, algo que iba más allá de las páginas de sus escritos y lo llevaba a explorar nuevas emociones y posibilidades.

Al día siguiente...

Noeul no podía dejar de pensar en el partido del día anterior mientras se sentaba en la biblioteca, rodeado de libros y apuntes. La imagen de Boss, moviéndose con gracia y determinación en la cancha, permanecía en su mente, desafiando su capacidad para concentrarse en sus estudios. Había algo en Boss que lo atraía profundamente, algo que iba más allá de su habilidad en el baloncesto.

Fort se dejó caer en la silla frente a Noeul, rompiendo el silencio de la biblioteca.

—¿Todavía pensando en el partido de ayer?— preguntó con una sonrisa burlona.

Noeul levantó la vista y le devolvió una sonrisa tímida.

—Tal vez un poco. Tu hermano es realmente impresionante.

Fort asintió con entusiasmo.

—Sí, Boss siempre ha sido así. Desde pequeños, siempre ha tenido esa chispa que inspira a todos a su alrededor. Estoy seguro de que hay mucho más que te gustaría descubrir sobre él.

Antes de que Noeul pudiera responder, el timbre anunció el inicio de la siguiente clase. Guardaron sus cosas y se dirigieron al aula de matemáticas. Durante la clase, Noeul se esforzó por concentrarse, pero su mente seguía volviendo al partido y a la breve conversación que había tenido con Boss.

[...]

Al final del día, mientras caminaba hacia la salida, Noeul vio a Boss hablando con algunos de sus compañeros de equipo cerca del gimnasio. Se sintió nervioso, pero decidió acercarse. Tomó aire y se dirigió hacia ellos, tratando de parecer tranquilo.

—Hola, Boss—saludó Noeul tímidamente.

Boss se volvió y sonrió al verlo.

—¡Noeul! ¿Cómo estás? ¿Qué te trae por aquí?

—No mucho. Solo quería decirte que me gustó mucho verte jugar ayer. Fue inspirador— dijo Noeul, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban.

Boss rió, su risa era cálida y contagiosa.

—Me alegra escuchar eso. Siempre es bueno tener apoyo. Si alguna vez quieres aprender más sobre el juego, solo dímelo. Me encantaría enseñarte algunos trucos.

Noeul asintió, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.

—Gracias, lo consideraré.

Mientras Boss volvía a su conversación con los demás, Noeul se alejó, sintiéndose eufórico por la breve interacción. Sabía que su vida había empezado a cambiar desde el momento en que vio a Boss en la cancha. Las palabras de Fort resonaban en su mente: tal vez algún día encontraría una historia que lo haría actuar en lugar de solo escribirla.

Esa noche, Noeul se sentó en su escritorio, abriendo su diario. Comenzó a escribir sobre sus pensamientos y sentimientos, sobre la emoción de ver a Boss jugar y la calidez de su sonrisa. Cada palabra fluía con una sinceridad que rara vez experimentaba. Se dio cuenta de que esta nueva experiencia estaba abriendo una puerta en su corazón que nunca antes había explorado.

Al cerrar su diario, Noeul se sintió más conectado con sus emociones que nunca. Sabía que la historia que estaba viviendo era única y emocionante, y estaba decidido a descubrir cada capítulo, uno a uno.

El Hermano De Mi Mejor Amigo || BossNoeul ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora