[XXXVII] Confesiones.

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Doy suaves respiraciones mientras trato de controlarme a mí mismo. Me había derrumbado completamente sobre ella, siendo un mar de lágrimas y mocos.

“¿Mejor?” Ella me susurró limpiando mis lágrimas. Miré su rostro; la forma en que la agarré hizo que su toalla se cayera, y pude verla completamente, pero no me importaba en absoluto. Ella tampoco parecía interesada en ello, simplemente me miraba con una sonrisa que calentaba mi corazón y apaciguaba el dolor de mi alma.

“Sí... gracias... Momo, y lo siento.” Miré su rostro. A pesar de que estaba prácticamente desnuda frente a mí, ella me sonrió y negó con la cabeza.

“No, para nada, Izuku... no te disculpes, realmente merecías desahogarte de todo...” Momo me contestó antes de mirarse a sí misma. “Sabes... en otros momentos me sentiría nerviosa, pero contigo no puedo sentirme así...” Su rostro tenía un ligero rubor adornando sus mejillas.

“Momo... yo, me daré la vuelta.” contesté suspirando, pero ella me tomó de la barbilla.

“En serio, eres tal y como dijo Kyōka.” La miré algo confundido. “Eres un gran despistado, tonto, con muchos problemas.” Fruncí el ceño ante sus palabras.

“¿Entonces por qué sigues...?”

“Porque me gustas, Izuku. Fuiste mi héroe y quien más me apoyó en mis momentos más difíciles, por eso no me importa si me ves así.” Abrí mis ojos y bajé la mirada. “No me respondas si no te sientes listo... Ya he escuchado todo lo que quería, y sé que realmente no estarías preparado para todo... con todo esto que estás cargando por ti mismo. Por eso déjame compartir tu carga. Aliviarte.” Sus palabras estaban cargadas de afecto mientras me miraba intensamente. Su mano me tomó y me sorprendí ante la acción audaz que estaba haciendo. Ella me hizo tocar uno de sus senos.

“M-Momo, espera, no hagas...” traté de hablarle, no queriendo hacer esto más incómodo de lo que ya era.

“Mi corazón está latiendo mucho por ti y sinceramente estoy enamorada de ti, Midoriya Izuku.” Ella luego soltó mi mano y miré su rostro, que estaba teñido de color rosado. “Sé que acabas de desahogarte conmigo, claro que lo sé... pero, si no lo digo ahora, nunca lo haré y sé que me arrepentiré de ello.” Contestó fervientemente, su voz tenía seriedad sin ningún tipo de tartamudeo.

“Yo... Momo. ¿En serio? Yo no puedo corresponder tus sentimientos...” Alejé mi mano que presionaba su seno y ella suspiró dándome una sonrisa.

“¿Esos son tus verdaderos sentimientos?” Me quedé callado cuando oí una voz desde el fondo de mi alma, una voz que conocía bien; era mi voz. No la de Midoriya Izuku. La diferencia entre Midoriya Izuku y yo es que, si bien ambos éramos sentimentales, yo me guiaba más por el corazón que por la heroicidad. Mi boca se cerró mientras intentaba aguantarme las ganas de responderle con honestidad, con pura honestidad.

“Pero...” Ella me miró con sus ojos vidriosos mientras agarraba mis manos y las apretaba ligeramente. Sus manos eran suaves y gentiles, a diferencia de las ásperas y grandes que eran las mías. “Aunque diga eso, tú... me gustas, Momo...” completé mientras daba un suspiro interior. Pude sentir cómo una gran parte de mi alma se tranquilizaba, se apaciguaban muchas llamas que chocaban entre sí, pero aún quedaba algo... una cosa más por terminar de resolverse. Algo de lo cual… aún sigue en conflicto. La culpa de estar en ese mundo.

“Estoy feliz…” La sonrisa de Momo era como perlas, brillante y deslumbrante. Sus ojos estaban vidriosos, casi al punto del llanto. “Realmente lo estoy… yo… Izuku…” Ella se inclinó. Sus labios se separaron con nerviosismo mientras un aliento de reconocimiento salía de ella. Sus ojos me envolvieron en una oscuridad que acariciaba mi alma fragmentada. Me incliné en ligero reconocimiento de sus actos. Mi mano se alzó cariñosamente y aparté su mechón suelto, poniéndolo detrás de su oreja casi en vano. Un calor reconfortante salió de mis pulmones mientras la miraba. Como si obtuviera más permiso, ella se inclinó más sobre mí, apoyando su pecho en el mío. Sólo estábamos nosotros dos en este momento y no había nadie más, solo ella y yo. Nuestros labios se juntaron en un compás, bailando suavemente el vals, saboreando el dulce sabor azucarado de los pasteles que ella comía. Un sabor envolvente que aprisionaba mi alma. Nos tomamos nuestro tiempo saboreando el dulce primer beso.

I'm Midoriya | BNHA (Vol.1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora