Oui J'accepte (Feliloe/Lukloe)

-XVIII-

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Tanto la rubia como la azabache fueron llevadas ante la dueña del lugar. Una castaña de orbes color aceituna con un gran mohín en sus labios hizo acto de presencia y miró mal a ambas chicas.

– ¿Lila Rossi? – preguntó la rubia al verla – no sabía que este era tu club...

- ella fue la que me atacó - interrumpió la azabache mirando con molestia a la rubia - ¿O me vas a incriminar de esto también?

- no puedo creer que hicieras esto a sólo unos días de la inauguración - dijo la castaña que se encontraba frente a ambas - tú más que nadie sabe lo que hace la mala publicidad, Bourgeois

- Lila, deberías deshacerte de esta loca antes de que incendie este lugar – dijo Chloe con exigencia

- ¿Haces una escena en MI club y quieres decirme lo que debo hacer? – cuestionó la castaña cruzándose de brazos

- pues, no pero...tal vez debas despedirla

- ¿Por qué asumes que soy una empleada? - cuestionó con molestia la azabache

- porque no podrías pagar un lugar como este -respondió la rubia con desdén

- ¡Suficiente, las dos! O se comportan como adultas o las veto de mi club para siempre. Soy la dueña y yo decido quién entra aquí y quién no - dijo con autoridad la castaña - y ella no trabaja aquí

Dicho aquello, la castaña se fue del lugar.

- creo que es mejor que nos vayamos - dijo el azabache tomando los hombros de la rubia. La cual asintió

- esto sólo fue una advertencia - dijo la azabache

El Couffaine se puso en medio de ambas para evitar que volvieran a acercarse.

- te pediré que por favor dejes de intentar provocarla. Ya oíste a la dueña, compórtate como una adulta - dijo el Couffaine con serenidad para luego entrelazar su mano con la de la rubia y hacerle una seña con su cabeza para que salieran del lugar

Luego de ir con el valet, ambos subieron al lujoso auto.

- así que ella es la tal Marinette - dijo el azabache mientras encendía el auto - ¿Qué es lo que sucedió entre ambas?

La rubia soltó un suspiro.

- no lo sé, esa loca siempre se ensañó conmigo - dijo la rubia frunciendo el ceño - quizá era envidia - dijo haciendo su típica pose de diva - en fin, ya logró arruinarnos la noche...

- no todo está perdido - dijo el Couffaine esbozando una sonrisa - quizá podríamos ir a la mansión y te preparo algo

- ¿Sabes cocinar? - cuestionó la rubia gratamente sorprendida

- claro, ¿Tú no? - preguntó divertido, ella frunció el ceño - lo dije como broma

- te perdonaré sólo si me prometes besarme como hace unas horas - dijo ella sonriendo con picardía

El Couffaine esbozó una sonrisa de medio lado y se acercó para unir sus labios a los de la rubia.

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