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Anne Boonchuy se removió incómoda en su cama. Una, dos, incluso una tercera vez cambió de posición pero ni así, esa sensación extraña que recorría su cuerpo y le impedía conciliar el sueño desaparecía. Hastiada abrió uno de sus ojos y cuando su mirada se encontró con el sonriente rostro de cierto fantasma amigable, no pudo evitar que de su garganta se desprendiera un aterrado chillido el cual asustó al espíritu haciéndola retroceder.

-¿¡Qué rayos!? ¡Marcy! -  Gritó la tenista mientras se tapaba con las sábanas, por alguna razón se sentía forzada – ¡Ugh, no puedes entrar así a mi habitación y menos quedarte viendo tan de cerca! -

-Perdón, perdón. Prometo que no volverá a pasar – Rogó con sus manos juntas frente a ella y una expresión de cachorrito regañado. Últimamente aquel espíritu; la cual ahora era “amiga” de la Boonchuy, hacía cosas como esas. Desde que Anne decidió pedirle perdón aquella tarde, Marcy no se había despegado de ella ni una vez durante los siguientes días. La morena estaba a punto de reprender al fantasma pero un toque en su puerta la interrumpió.

- Salvada por la puerta Marcy, pero esto no se va a quedar así. Tú y yo tendremos una charla sobre espacio personal más tarde – Se puso de pie y abrió la puerta viendo a una chica. Se le hizo conocida pero no tenía idea de dónde la había visto antes – Hola, ¿se te ofrece algo? –

La chica la miró de arriba hacia abajo antes de alzar una ceja y mostrar una sonrisa más falsa que sus pestañas – De hecho sí, soy la presidenta del dormitorio –

- No sabía que teníamos presidenta – Anne se apoyó en la puerta y se cruzó de brazos.

- Bien, ahora lo sabes – estiró su mano para que la morena la estrechara pero antes de que Anne llegara hasta  su mano alzada, la chica la retiró dejando a la Boonchuy colgada – Me llamó Samantha Miller, estoy aquí porque he recibido algunas quejas de tus compañeras. Dicen que hablas demasiado alto y hasta en ocasiones han escuchado algunos gritos salir de aquí. ¿Algo que quieras decir respecto a eso? –

La morena se paralizó, no sabiendo que responder.

- Ah… yo, he estado hablando por video llamada con mis padres en Tailandia, intentaré bajar la voz de ahora en adelante – Rascó con nerviosismo la parte posterior de su cuello.

- De acuerdo pero ¿qué me dices del grito de recién? ¿También era una llamada? –

- Eh… -

- ¿Ocurre algo Miller? – Una tercera voz hizo acto de presencia y ambas chicas prestaron atención a la persona que las había interrumpido. Anne suspiró aliviada al notar la intervención de Sasha, en cambio la presidenta del dormitorio solo se hizo a un lado cohibida. La rubia solo se apoyó en el marco de la puerta y miró a la chica con superioridad – Entonces… -

- Waybright – Sonrió forzadamente – ¿Boonchuy es tu amiga? -

- No es mi amiga – Sasha se colocó al lado de la mencionada y pasó un brazo por sus hombros – Es mi mejor amiga – Anne no sabía muy bien que estaba pasando pero decidió mantenerse en silencio y solo observar.

- No tenía idea – La presidenta del dormitorio dio unos pasos hacia atrás antes de dirigirse a la Boonchuy – Anne, recuerda bajar un poco la voz la siguiente vez que hables con tus padres, tengan un buen día ambas – Se despidió con un movimiento de manos y entró a una habitación que se ubicaba a unas cuantas puertas más allá del pasillo.

- Ok, no sé que acaba de pasar pero gracias, supongo – Luego de salir de su estupor, la extranjera le agradeció a su amiga antes de invitarla a entrar en su cuarto. Sasha tomó asiento en su cama mientras elevaba sus hombros y le restaba importancia a lo de hace unos segundos.

La chica de la BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora