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La minivan azul aparcó en el estacionamiento designado para profesores y Sasha despegó la vista de su teléfono.

—Me alegra que el estacionamiento de los maestros esté al otro extremo del instituto— profirió la rubia desabrochando su cinturón y tomando su mochila del asiento trasero.

— ¿Tienes algún problema con que los otros estudiantes te vean llegando conmigo? — cuestionó el hombre mayor caminando hasta la cajuela de la camioneta bajando una caja con algunos materiales para la práctica.

—Grimsy, me agradas y mamá es menos malhumorada desde que se casó contigo, pero definitivamente mi reputación se iría por los suelos si me vieran en una minivan con mi padrastro barra entrenador del equipo de Lacrosse— movió su mano haciendo un swing y el hombre gruñó de manera divertida, las palabras de su hijastra lejos de ofenderle, le parecían bastante graciosas— Así que, yo me iré por ese lado— señaló una vereda entre los árboles, que llevaba al edificio principal del internado.

—Bueno, pero no olvides que prometiste sustituir a Monroy en la práctica de hoy— cerró la puerta y activó la alarma dirigiéndose hacia las instalaciones deportivas del complejo, en el lado opuesto, la rubia asintió y se colocó los cascos de sus audífonos— Cierto… ¡Waybright! — llamó Grimothy y Sasha logró oírlo apenas, sobre las notas de la canción que recién había empezado a reproducir en su teléfono, cuando se giró, sus reflejos le permitieron atrapar una bolsa de papel que volaba rápidamente en su dirección.

— ¡¿Qué?! ¡De verdad intentas matarme hoy! — bramó frunciendo el ceño.

— Casi olvidas tu almuerzo, de nada — el mayor se dio la media vuelta y siguió caminando como si nada.

— ¿Qué le pasa? Viejo Sapo.

Sasha simplemente bufó y guardó su almuerzo en la mochila, reanudando su camino.

A lo lejos, vio a cierto rubio con las manos llenas de papeles y apuró el paso.

— ¡Hola! ¿Qué hace mi miembro del comité favorito? — se colgó del cuello del menor.

— ¡Sasha! — Gritó el joven intentando no caer— ¡Me asustaste!

— ¿Tu conciencia es tan mala? — Se burló metiendo las manos a sus bolsillos — Tranquilo, no le diré a Hopediah sobre las revistas que guardas debajo de la alfombra.

— ¡¿Qué revistas?! No sé de qué hablas, estás loca— el joven Plantar la miró con las mejillas encendidas y el ceño fruncido— Y ya suéltame, eres pesada.

—Ajá… Oye ¿Viste a Anne? — la porrista cambió de tema, ignorando por el propio bienestar físico del muchacho, la última oración dicha por este.

—La vi hace un momento, se fue muy apurada a su clase, aunque faltan como 10 minutos para la campana— explicó Sprig sobándose el cuello.

Fue entonces que la Waybright prestó atención a los papeles que cargaba el menor.

— ¿Qué es esto? — tomó uno de los panfletos y lo leyó sin mucho interés.

— ¿No recuerdas que la próxima semana tenemos la jornada de Seguridad?

—Ah— alargó la silaba, siendo sincera, siempre lo olvidaba— es cierto, haremos un evento en el campo de futbol con las chicas y los miembros de los equipos representativos el jueves.

— ¿Por qué siempre lo olvidas?

— En mi defensa, preferiría ir a clases que a los sermones de las personas del ayuntamiento— explicó con simpleza dejando el papel de nuevo en el montón.

La chica de la BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora