Capítulo 24

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Los días en lalo,s Restaurant, cada vez eran mejores. Issac estaba alejado de mi no me hablaba todo el día

Y después de eso nos íbamos al departamento. Al final, luego de dos semanas, Joaquín y yo nos habíamos ido a vivir junto con azul .

Azul era la más feliz. Decía que ahora tendríamos más tiempo los tres y que no teníamos que juntarnos fuera ya que estaríamos ahí siempre con ella. Y en parte tenía razón, junto con Joaquín solo queríamos eso, que todo resultará bien.

Aunque no todo es color de rosa, puedo decir que los dos primeros meses fueron geniales, los mejores que pude haber tenido, la preocupación y atención de Joaquín me hacía ver con claridad que nosotros eramos lo más importante en su vida. Cuando podía pasaba tiempo con azul , la ayudaba con sus tareas del jardín, paseabamos los fin de semana, y por la noche, era nuestro momento donde nos dedicabamos a nosotros; donde nos dábamos cariños y mimos y nos demostrabamos cuanto nos amábamos.

Y así era, hasta que una semana Joaquín comenzó a tener unas actitudes algo extrañas. Terminaba en el trabajo, iba a la casa, se cambiaba y volvía a salir.

No volvía muy tarde, pero estaba tan sumido en sus pensamientos que pasaba directamente a la cama y se quedaba dormido.

¿Debía preguntar?

Mi incertidumbre era enorme, ya que no me decía nada. Aunque igual yo era cobarde como para preguntarle.

Sabía que me diría la verdad pero quizás por eso simplemente no lo hacía.

¿Y si la verdad era algo que no quería oír?

Soporte que estuviera en otro mundo, por esa larga semana... hasta que un día, bastante tarde en la noche, cuando azul ya estaba dormida y yo me encontraba en el living esperando que Joaquín diera alguna señal.

Sentía que a ratos mis ojos se cerraban del sueño, pero me obligaba a abrirlos nuevamente y concentrarme en mi espera.

Intenté llamarlo pero su teléfono sonaba apagado.

¿Y si le había ocurrido algo malo?

Dios quisiera que no.

Me puse a rogar que estuviera bien, no sabía cuánto hasta que sentí las llaves en la puerta. Mis instintos se activaron y me puse de pie.

Joaquín entró muy lentamente dejándome algo extrañado, cuando se acercó a la luz al lado del sofá recién pude contemplar su rostro; estaba devastado, tenía sus ojos completamente rojos y humedecidos. Corrí a su encuentro preocupado y algo nervioso.

-¡Joaquín ! ¿Estas bien? ¿Qué ocurrió? - Lo observé de frente y él, que en un principio pareció estar sumido en sus pensamientos, después de largo rato me observó.

Sentí como su postura se quebró, hizo un puchero que me dolió en el alma, lo que fue más intenso cuando me abrazó con fuerza y comenzó a llorar. Sus fuerzas se agotaron, fue bajando hasta que quedó de rodillas en el suelo. Lo abracé sintiéndome mal por su dolor, el cual no tenía idea a que se debía. Le acaricié el cabello, en un intento de alivianar la carga que probablemente sentía.

-¿Qué pasa, Joaquin ? - Pregunté para intentar comprender, y entre lágrimas y sollozos me respondió:

-Se fue, EMI . - Su voz se quebró nuevamente.

-¿Quién? De qué hablas...

-Murió... EMI , ella murió... - mis nervios comenzaron a ser evidentes, y me desesperaba más por que necesitaba saber que ocurría.

-¿Quién? - Pregunté pero él se encontraba demasiado sumido en su pena como para responder. - ¿¡Quién, Emilio ?! - Exigí ya más desesperado.

-Renata . - Ese sollozo me hizo sentir algo que apretaba en mi pecho.

Renata había muerto, no sabía por qué. Sólo sabía que tenía a mi novio devastado por la muerte de su hermana . No sabía cómo comportarme.

Al final, sólo lo consolé esa noche. No sabía si era correcto o no. O sea, siempre me cayó bien Renata , éramos amigos nunca le deseé nada malo. ¿Qué debía hacer?

Dejé esos días a azul donde mamá, y fuimos al velorio.

El único familiar que tenían Renata y Joaquín, era su madre. Una mujer que al ver a Joaquín , lo abrazó con fuerza.

Joaquín se quedó al lado de la mujer que parecía tener un rostro amable detrás de las feas circunstancias.

Dejé que se quedara ahí con su hermana , al lado del cajón mientras yo me sentaba en una de las bancas más atrás de la iglesia.

Observé como algunas personas llegaban y dejaban ramos de flores. Saludaban a su madre, lo que hasta a mi.

No creía que fuera lo mejor.

O sea las personas siempre dicen: "lo siento" o algo por el estilo.

Cuando en realidad, no saben como se sienten.

Si yo hubiese estado en esa situación, no hubiese querido que nadie me molestara.

Que me dejaran sola, que me dejaran a mi dolor y a mi.

Suspiré y observé el lugar, se sentía bastante extraño el observar el sufrimiento de las personas.

Y fue aún peor cuando una chica se acercó y comenzó a llorar apoyada en el cajón.

Desconocía quién era pero el momento me dio tanta pena que hasta yo solté unas lágrimas.

Los minutos fueron horas, donde ya sentía mi cuerpo entumecido, la noche se había echo y Joaquín junto la chica que lloraba en el cajón lograron convencer a su mamá para que fuera a su casa.

Joaquín se acercó a mi e intentó sonreír y obtuvo sólo una mueca muy forzada.

Lo tomé de la mano guiando lo de camino a casa, al día siguiente, el cual sería el más duro, iríamos al funeral.

Pedimos permiso en el trabajo; al parecer el señor Lalo comprendió toda la situación y me dejó ir.

Era muy comprensivo.

Cuando llegamos a nuestro hogar, Joaquín se sentó a las orilla de la cama y puso sus manos en su cabeza.

-¿Te encuentras bien? - Le pregunté acercándome a él. Joaquín negó.

-Me duele la cabeza. - Y era obvio, había llorado tanto y la sobrecarga emocional del momento obtenía consecuencias.

Busqué una medicina y se la di. Se colocó su pijama y ambos nos acostamos tratando de abrigarnos en esa noche fría. Él se recostó en mi pecho y yo le acaricié el pelo, comprendiendo que lo único que él necesitaba en ese momento era apoyo.

Emiliaco el amor de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora