Todos hemos tenido alguna vez una persona a la cual podemos llamar "mejor amigo" ese chico o chica que saca lo mejor de ti, el mejor antídoto contra 50 enemigos, alguien con quien mantenerse por horas hablando y hablando de cualquier cosa, ese hermano que se elige, un hombro en el que llorar cuando tus días se tornan nublados y una excelente compañía con la cual echarte unas risas. En definitiva, no sé quien dijo esa frase de: "Quien tiene un amigo, tiene un tesoro" pero seguro que era alguien muy sabio. Y con pocos amigos.
Yo alguna vez tuve algo parecido, tuve un mejor amigo, de esos que no te cambia por nadie nuevo, que no habla mal a tus espaldas, que no se ríe de ti cuando expresas tus sentimientos, que se mantiene a tu lado en lo bueno y en lo malo, un mejor amigo de esos que te trata como su hermano, con el que puedes insultarte con cariño, que te suelte un "la has cagado" y aún así permanezca a tu lado para remediarlo. De esos que ya no quedan.
Tras la pérdida, mi mente se vio invadida por un mar de pensamientos, tanto de culpa, como de pensar en situaciones alternativas, que debería haber sido yo y no él. Se vio invadida también por los sueños, ese maravilloso momento en el que nos reencontrábamos tras mucho tiempo. Ese sueño de que ojalá estuviera ahí cuando me sentía solo. Esa falta de alguien tan importante en un momento tan inoportuno como lo es la adolescencia. Ese sueño, en definitiva, de que de algún modo no se ha ido, de que sigue vagando en alguna parte, una parte intangible del mundo, donde los sueños sí se hacen realidad.
CAPÍTULO 1 DE:
10 DE OCTUBRE
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Oniria: El Mundo de los Sueños.
FantasyEric nunca fue el mismo después del accidente que le arrebató a su mejor amigo seis años atrás. Desde entonces, su vida ha sido una sombra de lo que solía ser: vacía, plagada de recuerdos dolorosos, y con amigos que no terminan de sentirse reales. C...