Metanoia

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[Pov's Kai]

No tengo ni puta idea de que hora era, pero ya es de día, es un hecho. Un rayo de sol entró por la persiana que había en la ventana de aquella habitación, joder, extraño tanto mi país. Mi hogar.

Tenía una resaca horrible, ni siquiera podía mover un dedo, solo de pensar en moverme mi cabeza daba punzadas que parecía que iba a explotar. Los recuerdos de anoche son fugaces, terminé de trabajar a las 5pm, como de costumbre. Luego pedí pizza para cenar. A las 9pm se me ocurrió salir en la motocicleta a dar una vuelta para poder despejarme de tanto estrés mental y emocional que estaba teniendo; puta, termine bebiendo.

Tome un vaso de agua que tenia a un lado, sin pensarla gire el vaso y deje que el líquido frío cayera sobre mi cara. Se sintió bien, parece que eso ayuda a despertar un poco. Estuve cinco minutos más en la cama cuando empecé a levantarme poco a poco, ignorando cada rayo de sol que se topaba con mis ojos.

La vida es tan incierta. ¿No les pasa que a veces sienten que su vida es tan ordinaria? Llevo aquí en Nueva York tan solo cinco días y ese pensamiento ya no sale de mi cabeza. Todo es tan igual. No hay nada que me emocione solo de pensarlo o algo que le de sentido a mi existencia en este lugar. Vine por mi madre, no por mi.

Mudarce a Nueva York siempre fue el sueño de mi mamá, formar una familia aquí y ser felices teniendo cada uno su buen futuro era lo que más deseaba. Pero la vida te pone donde le apetece y no donde uno quiere. Nació en Telluride, un pequeño pueblo de Colorado en donde vivió parte de su infancia. A sus seis años se mudaron a Trondheim, una ciudad que se sitúa en Noruega.

Conoció a mi papá en un viaje que hizo ella sola a Oslo, no le importó la diferencia económica, ella lo amó de verdad sin duda alguna. Mi papá prometió, en un futuro ciertamente lejano, llevarla a Nueva York para cumplir con su deseo, pero como dije antes, la vida es incierta y jamás sabes que pasará en tan solo dos minutos. Mi padre falleció, mi mamá en depresión y yo sobrellevando cada trauma.

Ahora, añales después, mi mamá decide probar en el amor de nuevo, se casa y parece ser que su vida va de maravilla con un hombre que la ama enserió. Me pone feliz verla de esta manera, disfrutando cada segundo que pasa; podremos estar pasando la peor situación, pero mi madre siempre me dedicará una sonrisa. Antes no era así.

Llegue al baño de la habitación pensando en la vida de mi mamá cuando en realidad debería de estar pensando en la mía. Sinceramente, pensar en su vida me lleva a la conclusión de que la mía es un asco, no tiene propósitos ni metas. Solo fluyo con poco entusiasmo y eso lo hace más mierda todavía.

Decidí tomar una ducha para olvidarme de mis pensamientos que me causaban más dolor de cabeza. Me vestí con lo más cómodo posible y a como pude baje a la cocina; las escaleras solo me causaban mareos.

-Oh, Kai, que alegría verte mi Cielo- Oí a mi mamá decirme en cuanto entré y me vio. Teníamos un par de días sin vernos -Ven acá y dame un abrazo-

-No creo que‐ - No estaba dispuesta a dar abrazos, nunca, pero en estos casos jamás. Más sin embargo, a mi madre no le importa. Me abrazó -Hola mamá- Terminé accediendo a su afecto físico. El abrazo de una figura materna a veces es lo único que necesitas

-¿Que tal has amanecido?- Estoy segura que sabe de mi resaca -Anoche no sentí cuando llegaste- Súper indirecta para decir que llegue muy noche, siempre aplica esa