Metanoia

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19

[Pov's Sadie]

Desperté con una energía muy particular. ¿Por qué? No lo sé. Eran las 8:00 am cuando abrí mis ojos; miré a mi novia y ella, aun dormida profundamente, no soltaba mis senos en ningún momento. Curioso.

Es un viernes relativamente tranquilo. Me tomé el fin de semana para estar con Kai y disfrutar aun más de nuestra relación. Han pasado ya varios meses desde que vivimos juntas, afortunadamente bastantes cosas ya han mejorado; su vergüenza disminuyó y sus problemas emocionales son menos. Todo parecía volver ya a la normalidad.

Terminé de preparar el desayuno y antes de servirlo en los platos, fui a la habitación para despertar a mi novia, quien aun dormía bastante relajada. Me recosté encima de ella y a penas se movió. Di suaves caricias en su rostro y supe que la había despertado por su leve sonrisa. Me rodeó la cintura con sus brazos y con fuerza se giró conmigo encima para poder cambiar de posición; ahora ella estaba sobre mi.

-Ya es hora mi amor- Dije entre risas

Ella no respondió, prefirió comenzar a dejar besos en mi mandíbula, cosa que era peligrosa. Era muy temprano para encenderme.

-Kai- La llamé en un jadeo

Malamente la llamé, ese jadeo fue inconsciente, y ella lo aprovechó para seguir encendiendo mi interior. Al estar acostada encima de mi teniéndola yo entre mis piernas, comenzó a hacer leves movimientos con su cadera. Su pelvis jugaba con mi punto débil. Por suerte la pijama era delgada.

A pesar del gran frío que hay en Nueva York, yo estaba muriéndome de calor. Ahora sus besos no eran en mi mandíbula, sino que empezó a formar un camino hasta llegar a mis labios. La ternura que me transmitían sus carnosos labios pero a su vez la lujuria qué me hacían sentir eran una combinación perfecta para mi ser.

Ahora no era solo ella quien movía sus caderas. Sus manos acariciando mi torso, por las costillas, me generaban aun más calor. Kai sabía perfectamente lo que hacía. Metió ahora sus manos por debajo de mi blusa, por fortuna no llevaba sostén, le fue más fácil tocar mis pechos. En cambio, yo la rodee con mis piernas y la acerqué aun más a mi, el roce de nuestros movimientos solo provocaban gemidos de parte de ambas.

Cuando alejó sus labios de los míos, también apagó sus movimientos de cadera, hice lo mismo. Me miró a los ojos y esa intensidad de lujuria qué veía en ellos me cautivaba. Su mirada se movía por todo mi rostro, parecía examinarme.

-¿Estás bien?- Pregunté tras su largo silencio. Sonrió y solo asintió -Amaneciste muy ardiente- Le dije con sonrisa pillina, a lo cual se sonrojó y se escondió en mi cuello. Aun así, volvió a asentir por lo que reí de tanta ternura que había en un ser tan sexy

-He soñado algo- Dijo aun en mi cuello

-Cuéntame- Pedí dulcemente, dando caricias en su espalda

-Estábamos en una fiesta, parecía un bar. Tú bailabas, pero no conmigo-

-¿Sola?-

-No- Respondió -No eras solo tú. Había más chicas- Sacó su rostro de su escondite favorito y me miró -Pero recuerdo que solo te veía a ti- Que lo dijera viéndome directo a los ojos me provocaba sensaciones increíbles

-¿Y bailaba bien?- Volvió a sonrojarse y de nuevo entró su rostro entre mi cuello y clavícula, sentí el movimiento de su cabeza. Asintió en respuesta. Me fue inevitable no reír de nuevo

[...]

-Perdona- Dije al regresar a la mesa -Era mi madre, tenía que responder-