Entrañas del Caos

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La noche se deslizaba con la misma rapidez que el alcohol por su garganta. Su cabeza daba vueltas, pero no estaba dispuesto a dejar de beber. Cada sorbo parecía difuminar los bordes de su realidad, sumergiéndolo más en el caos vibrante de luces y sonidos que lo rodeaban.

Los ojos de cierto neerlandés habían estado sobre él toda la noche, como si verlo en ese lugar le resultará de lo más irreal y en cierto sentido, así lo era. Ni siquiera Checo sabía con claridad qué era lo que hacía en la fiesta del hombre con el que le habían sido infiel.

Su cuerpo se sentía agotado, había estado bailando las últimas canciones con una hermosa chica rubia de ojos azules y una sonrisa encantadora. No recordaba su nombre, aunque tampoco le importaba. Llevó una de sus manos a su cintura y la atrajo más hacia su cuerpo, sintiendo el calor que irradiaba su cercanía. La música seguía retumbando en sus oídos, apartó sus ojos de ella para encontrarse con los de Max, quien observaba cada movimiento que hacía desde la distancia con un rostro que no se molesta en esconder su disgusto.

No apartó la mirada de los ojos de Max ni un segundo y en un instante de impulso, se inclinó hacia la chica, sus labios se encontraron en un beso fugaz pero cargado de pasión y deseo. Era como si el tiempo se detuviera en ese momento y por un instante, solo existieran ambos observándose el uno al otro, perdidos en la intensidad de su mirada.

Noto una expresión que conocía demasiado bien aparecer en el rostro del rubio, estaba retorciéndose de celos por dentro, sonrió para sus adentros cuando lo vio levantarse bruscamente de la mesa dejando a Daniel hablando solo. Parecía, como si fuera el colmo, un toro enojado.

–Regreso en un momento –se apartó de ella con una sonrisa en los labios, su cuerpo tambaleaba con cada paso que daba mientras se dirigía a la mesa que tenían apartada.

El pecho de Max subía y bajaba con rapidez mientras se dirigía en su dirección, sus manos apretadas en puños denotaban la furia que lo consumía. Checo no apartó la vista hasta que lo tuvo casi frente a él. Observó cómo Max abría la boca, preparado para recriminarle algo, decidió ignorarlo, rozando fuertemente su hombro contra el suyo mientras le pasaba por un lado.

No pudo evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios al imaginar la expresión en el rostro del rubio, la sonrisa se ensanchó cuando sintió un agarre fuerte en su muñeca. De un momento para otro tuvo el cuerpo de Max frente al suyo, estaba lo suficientemente cerca como para que una mezcla de vodka y colonia llenara sus pulmones.

–¡¿Qué crees que estás haciendo?! –exclamó Max mientras reforzaba el agarre en su muñeca.

–Bailando, para haber estado observándome toda la noche me sorprende que no lo notaras.

–Sabes a lo que me refiero...

–No... ¡Oh!, ¿Te refieres al pequeño beso?, ¿No es linda? Rubia, alta, ojos azules, es justo mi tipo... –mordió sus labios por unos segundos antes de continuar. –...salvo por un pequeño detalle.

–No puedes hacer eso, no es justo. –su voz sonaba demasiado seria para provenir de alguien tan ebrio.

–¿Qué cosa?

–Estar con alguien más de manera tan descarada.

–No sabía que era algo que solamente tú tenías permitido.

-Checo...

Sintió la presión aumentar en su muñeca momentos antes que Max lo jalara hasta quedar a centímetros de su pecho. Noto la tensión en su cuerpo y la mueca de seriedad que se formó en su rostro. Se sobresaltó ligeramente cuando una mano apareció en su cintura.

–¿Está todo bien? –la voz de Carlos estaba cargada de rigidez, mientras su mano se aferraba a su cintura con fuerza.

–Sí, ¿Te importaría dejarnos solos? –le contestó Max al español sin apartar sus ojos de los de Checo.

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⏰ Última actualización: Jun 18 ⏰

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