Una mañana diferente

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Las sábanas se ceñían a su cuerpo mientras una de sus manos exploraba el costado vacío a su lado, abrió sus ojos tratando de enfocarlos, la habitación estaba completamente a oscuras excepto por la luz que se filtraba del pasillo, ahora que se había percatado de esta tenía que apagarla si quería seguir descansando. Se removió con dificultad, su cuerpo se sentía entumecido y no quería abandonar la comodidad de la cama, unas manos lo sujetaron suavemente de la cintura y lo regresaron a su posición.

-¿A dónde vas? -una voz adormilada y ronca susurró en su oído.

-La luz se quedó prendida.

-Mierda, le dije a Lewis que la apagara antes de irse.

-¿Lewis se fue?¿Cuándo?

-Hace un rato, dijo que tenía que volver a Nueva York, que nos podíamos quedar aquí hasta el medio día.

-Entonces deberíamos irnos.

-¿A las cinco de la mañana? Tranquilo, tenemos un rato. -el español estrecho el agarre atrayéndolo más a su cuerpo.

-Carlos...

-¿Mmmm?

-La luz...

-¿No puedes ignorarla?

-No.

-Bien, espera.

El pelinegro se incorporó y se dirigió hacia el pasillo. Estuvo fuera un par de minutos, al regresar tenía una botella de agua en la mano, apagó la luz y se metió de nuevo en la cama. Le dio un trago a la botella y luego se la extendió al hombre adormilado a su lado.

-Gracias.

Carlos espero a que dejara la botella en la mesita de noche antes de sujetarlo de la cintura y pecho para volver a atraerlo hacia él, una vez que lo tenía sujetado, dejó un par de besos en su nuca antes de volver a dormir.

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La luz de la mañana que se filtraba por las ventanas contrastaba perfectamente con la espalda marcada del hombre recostado junto a él, su cabello oscuro caía finamente sobre la almohada. La quietud del amanecer envolvía la habitación, creando una atmósfera de paz que solo era perturbada por el suave sonido de su respiración.

Checo llevó sus dedos a la espalda frente a él, la recorrió suavemente cuando comenzó a acordarse lo que había hecho anoche, se sentía tan avergonzado, nunca había hecho nada parecido pero sí que había disfrutado cada momento. Aunque en el fondo de su corazón no podía evitar sentir que había hecho algo mal.

-¿Por qué te detuviste? Eso se sentía bien.

-Lo siento...no quise despertarte.

-No te preocupes -se dio la vuelta hasta quedar frente a él. -Buenos días.

-Hola.

-Luces lindo, ¿Cómo te sientes?

-No siento mis piernas y estoy tratando de evitar moverme lo más que pueda.

Carlos soltó una risa ante la respuesta, apartó un mechón de la frente de Checo y unió sus labios tranquilamente.

-Podemos quedarnos un rato más aquí, ¿Tienes hambre?

-¿Vas a preparar algo?

-Mmm...tengo una buena receta de Pancakes.

-Suena bien, solo deja me doy una ducha.

Checo se removió despacio, su cuerpo se sentía como si un camión lo hubiera atropellado y sus piernas punzaban con cada paso que daba. Sujetó la sábana de la cama y la envolvió en su cintura antes de dirigirse al baño.

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