Prólogo.

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«nuestra familia, nuestro estatus ¡Todo se acabó! Se suponía que tú serías su reina»

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«nuestra familia, nuestro estatus ¡Todo se acabó! Se suponía que tú serías su reina»

Audrey no podía escuchar las histriónicas palabras de su abuela, mucho menos el jolgorio dedicado a Mal y a Ben, se veían tan felices y ella no podía experimentar eso, jamás podría.

Se supone que debería tener un felices para siempre, se lo prometieron toda su vida, ¡Le dijeron que si era una buena princesa y seguía las pautas, obligaciones, todo, podría ser felíz!

En su castillo, con su corona a lado de su príncipe.

Pero ella no quería a un príncipe, no quería una Corona, no quería nada de eso.

Quería a Jay, a su serpiente escurridiza de encantadora sonrisa y ojos suaves y coquetos.

Quería que la consolara en estos momentos, con todo esto encima, sus padres viéndola, todo el mundo felíz, pensando en el por venir soñado.

Mientras ella solo sentía que su vida se caía a pedazos.

— Audrey ¿Estás bien? ¿Te duele el estómago o algo así? Porque parece que vas a vomitar —cuestiona un chico de rizos dorados.

Audrey solo se forzó a sonreír, ante la mirada de su familia, mientras acariciaba aquello que ocultaba debajo de su corset.

Contemplando detrás de Chad Charmine, quien debía ser su segunda oportunidad, su camino amarillo a su deseo soñado de corazón. Debería solo ver lo a el, escuchar lo a el, vivir por estar a su lado como lo hizo con Ben.

Pero solo podía ver al amor de su vida sonriendo, felizmente.

Con el felices para siempre que encontraba sin ella.

— s-si... Solo... Me siento muy cansada, Pero estoy feliz... Mal y Ben se ven felices.

«¿Porque yo no puedo ser felíz también?»

— una villana como reina, ¿Acaso todo el mundo perdió la cabeza...? ¿Que historia contarán a sus hijos? ¿Se imaginan?

— madre, pueden oírte —riñe Aurora, sintiendo el vértigo de Audrey— ¿Rose? ¿Estás bien mi...? ¡Audrey!

Ojalá todo se volviera negro.


«eres una rata miserable, naciste miserable y morirás miserable

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«eres una rata miserable, naciste miserable y morirás miserable... Y los únicos que te lloran a parte de tus amiguitos serán tus pulgas»

No era así, Jay sabía que las palabras de su padre no deberían afectarle ¡Ha progresado mucho como persona y no puede dejarse someter por él! Ya no estaban en la isla, no tiene que rogar por amor y comida, por un hogar.

Pero se siente tan confundido y conmocionado.

Su padre, entre ellos, mirando lo con esa altivez enfermiza ante sus súplicas ¡¿Es acaso que jamás le importo?! ¡¿No podía hacerle ese mísero favor de los millones que hizo toda su vida robando y engañando para él?!

— si no lo haces por mí, haz lo por tu estúpido bastón y ayuda me a encontrar la —replica furioso, pero se contuvo, bajo la mirada de sus amigos y la familia de su novia. Jafar ni se inmutó y Jay quiso mandar lo directo a la isla—. Papá, porfavor... No me obligues a usar la lámpara, no quiero...

El ex visir sonrió con desdén, mientras veía las manos temblorosas de Jay sostener el artefacto oscuro y olvidado. Su nueva prisión a manos de un moco malagradecido, como la primera vez.

— querido, no tienes que... —calma Evie, acariciando la espalda del árabe.

— vamos amigo, no vale la pena —consuela Carlos, fulminando a su tío jafar con desdén—. La encontraremos con o sin su ayuda.

— sería divertido verla —rie Jafar. Los dedos contra el material algo oxidado casi parece aplastar lo—. Rompiste nuestro mantra ¡Lo que ha hecho grande a nuestra familia y nos mantuvo en la misma página! ¡Por este grupo de peleles! ¡¿Por ella?! ¿Enserio piensas que una princesa tonta podría voltear a verte si pudo haber elegido algo mejor que una rata callejera como tú?

Todos los reyes, príncipes y allegados quedaron de piedra como si la misma varita mágica lo hubiera provocado.
Crueles palabras de un padre que en su mundo rosa jamás pudo ser posible.

Incluso Adam y Philip sentían una profunda furia animal al ver a un padre tratar así a su hijo que suplicaba ayuda.

Uno pensaría que hasta lo villanos amarian a sus hijos.

— bien, si así lo quieres —bufa Jay, acariciando los despojos de dorado que quedan en la lámpara—. Yo deseo... Que me muestres dónde está Audrey y como llegar a ella. 

— te puedo dar todo lo que tú corazón desee... ¿Y quieres desperdiciar uno de esos deseos en... Una princesita vanidosa y egoísta?

Philips trato de intervenir, pero la misma Aurora parecía reacia. Aunque Leah se cuestionaba si un villano podría escoger por sobre su egoísmo, por un supuesto amor.

Todos sabían que si Audrey se había ido, fue por ese muchacho.

Nadie espero que Jay ni titubeara al hablar.

— no la conoces como yo, ella vale cada uno de tus deseos, creeme —asegura y la expresión de repulsión de Jafar es contraria a todo lo que los reyes pensaron poder sentir.

Excepto Ben y sus amigos, ellos sabían que Jay no diría menos que eso.

Su Jay no era un villano.

— si es así, vivo para servirle, su majestad —responde con sorna, desprendiendo una nube oscura bajo sus mangas.

¡Una princesa en apuros! (Jaudrey) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora