Auradon corre un grave peligro ante la noticia de la llegada de nuevos miembros de la isla de los perdidos. Y no, no es Uma quien asoma sus tentáculos.
Bajo la felicidad que crece en todos, dos amantes se despiden de la magia que nació entre ellos...
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La noche era magnífica para dos individuos que se habían escapado hace horas de las instalaciones de Auradon prep. Jay mantenía siempre cerca de Audrey, sentada en sus piernas, ella le contaba las mil y unas cosas que su familia planeaba para su futuro, con pesar.
El acariciaba su cabello, con tristeza de por medio en su mirada, al principio todo esto no era más que una ligue rápido, así lo pensaron.
Jay, no estaba para compromisos amorosos como sus demás amigos, quería una vida libre y llena de aventuras, cosas que una relación no le ofrecería.
Audrey no estaba dispuesta ni preparada para otro fraude amoroso. Ni su corazón, mucho menos su imagen social después de Chad y Ben.
Ambos eran, por así decirlo, una evasión. Jay tenía esa sensación de placer sin compromiso y diversión sin consecuencias, y Audrey, tenía ese desahogo sin reglas, gentileza sin trampas y tratado con estabilidad.
Pero todo se fue de las manos cuando Jay dijo el primer "me gustas", y vamos, ¿Cómo decirle que no a alguien como Jay?. Súper lindo, guapo y seguro de sí mismo amable y honesto, sobre todas las cosas directo, tan divertido y romántico.
Era ese chico que te hacia sentir linda sin decirte lo, que te decía "eres el ser más bello de esta tierra" sin referirse a tu belleza.
Sabían que no era correcto, ustedes dirán «pero si Mal y Ben son felices juntos»
Pero no era lo mismo, una cosa era un REY; poderoso, mandatario, quien dictaba lo que se hacía o no, y una VILLANA como Mal, igualmente poderosa y capaz de decirte "me importa una mierda tu opinión sobre mi relación", Ben amaba mucho a Mal, sin pena de decirlo, Mal amaba mucho a Ben sin importar los prejuicios del mundo sobre su unión.
Pero Jay y Audrey no eran lo mismo ella era una PRINCESA; femenino, digna, ejemplar y siempre perfecta, y la era totalmente distinta, rudo, desinteresado, algo arrogante y hasta brusco.
Contrario a lo que sus mundos querían para el otro; para Jay, era una diversión amarga imaginarse a Philip, sentado en su trono en un castillo señorial junto a su adorada Aurora, mientras Audrey les explicaba; como en vez de volverse novia de un príncipe azul, se había enamorado de un ex ladrón y peor aún, hijo de un villano.
No sabía cuántas veces se desveló, pensando en la situación hipotética donde Audrey se atreviera a presentarlo con su padre no podía ir donde el sujeto y decirle
-¡Oye viejo!, lo siento por haber roto tus esperanzas y perspectivas sobre el futuro de tu única hija y heredera-.
Lo más seguro sería enviado a un calabozo por ofender a la corona y atreverse a tocar a la princesa solo imaginarlo lo dejaba sin dormir por días, no tenía miedo de la desaprobación de un Rey, en realidad eso era lo de menos, pero el cómo Audrey se sintió con ello era lo que le preocupaba a Jay.
