DOS

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Habían pasado apenas unas horas cuando el menor de los Choi, intrigado, se dispuso a observar detenidamente a su hermano mayor. Se percató de que, efectivamente, su hyung realmente creía que ese conejo era Yeonjun. Pero, para ser exactos, ¿qué es lo que realmente observaba Tae...?

—¡Oh! Hyung —exclamó Soo—, aunque debo admitir que te ves adorable, es un poco aterrador que ahora seas un conejo —chasqueó la lengua.

Poniéndose de pie y alzando al pequeño conejillo blanco frente a su rostro, exclamó: —¿Qué te parece si vamos a dar un paseo al parque, pequeño Jun? —esbozó una sonrisa.

Aunque de cierta manera toda esta situación le resultaba graciosa e incómoda en su mente, hasta algo incrédula me atrevo a decir, no era lo suficientemente valiente para descartar esa idea. Aunque no era el mayor fan de la ciencia, reconocía que era una fuerza extremadamente asombrosa y misteriosa, de la cual el ser humano no conocía ni la mitad. Aunque, viéndolo desde otra perspectiva, el que no conocía absolutamente nada sobre la ciencia y de su hermano era el joven SooBin.

Por lo tanto, el resto de aquella semana podías ver cómo el muchacho de cabello castaño se la pasaba con aquel animal de un lado a otro, protegiéndolo con su propia vida, incluso escondiéndolo de la vista de sus padres cuando llegaban a casa. Realmente les iría muy mal a ambos hermanos si sus progenitores se enteraban de que habían llevado un conejo a casa.

Mientras que para Taehyun la vista era meramente distinta, no podemos negar que hay algo que le preocupa bastante, y siendo sinceros, es algo que nadie puede imaginarse.

Por el momento, tenemos las siguientes interrogantes: ¿Realmente el menor de los Choi es tan talentoso que podría ser la nueva promesa de la ciencia? O ¿es posible convertir a un ser humano en un animal por medio de la misma?

No lo sabemos...

—Estos últimos días pareciera que la casa está embrujada, cariño —dijo una cálida y delicada voz—. Es... es extraño, han desaparecido muchos bocadillos, hay pelo blanco por todos lados, y por las noches se escucha mucho movimiento —frunció el ceño, negó con la cabeza y suspiró.

—¿A qué te refieres, mamá? —preguntó con nerviosismo el menor de la familia.

—Olvídalo —se retiró del desayunador mientras negaba—. Solo son suposiciones de tu madre. Me tengo que ir, cielo. Por favor, dile a SooBin que ordene después de llegar de la instituto—culminó para retirarse.

¡Estamos en problemas!

Para ser sinceros, no sabían qué era peor: que Yeonjun ahora fuera un conejo o que su madre empezara a sospechar de la actividad tan misteriosa que había últimamente. Cualquiera de las dos opciones era aterradora.

—¿Qué pensabas que diría mamá? —comentó alterado el de cabello cenizo.

—Pues... traté de esquivar el tema —replicó el otro—. Además, es imposible ocultarlo por mucho tiempo.

—¡Choi Taehyun! Tú eres el culpable de esta situación. En caso de que mamá se entere, el problema es todo tuyo —sentenció el mayor, apuntándolo con el dedo.

—¡Choi SooBin! Tú eres tan responsable como yo. Te recuerdo que tú eres quien tiene al conejo —lo retó.

—¡Claro! Pero te recuerdo que quien convirtió a Jun en animal fue otro —cruzó los brazos—. Además, quien tiene más que per... —fue interrumpido por una serie de ruidos en la planta alta de la casa.

El menor de los Choi giró su cabeza en dirección a las escaleras, cerró los ojos con fuerza e hizo un quejido en negación.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó SooBin.

—Tal vez mamá tenga razón con los fantasmas —se encogió de hombros nervioso.

—Los fantasmas no existen, tonto —rodó los ojos por aquella frase.

—Así como tú crees que es posible convertir a un humano en un conejo, claro que los fantasmas pueden ser reales —rió con nerviosismo—. ¿Verdad?

Bin solo se limitó a rodar los ojos y comenzó a caminar en dirección a los escalones. Se percató de que su hermano no iba tras él y paró en seco.

—¿No piensas venir? —dijo en tono molesto.

—No me digas que te da miedo... ¡Ja, ja, ja! —soltó una escandalosa risa—. Está bien, está bien. Iré contigo, hermanito —paró de reír mientras se tocaba el pecho buscando regular su respiración, pues de tanto reír sentía que sus pulmones se quedaban sin aire.

Ambos hermanos comenzaron a subir sigilosamente, sin hacer ruido. El ambiente se sentía tan tétrico que comenzaba a dar miedo a tal punto que TaeHyun se acercó al otro, de manera que pudiera ir escondido detrás de él e ir agarrado de su brazo.

—Hyung, ¿no crees que estamos siendo muy cuidadosos como para no creer en fantasmas? —susurró el castaño.

—Pfff —bufó el otro—. Los fantasmas no exis... ¡AHHHH! —gritos. Ambos pararon en seco e iniciaron a gritar, pues el teléfono de casa comenzó a sonar.

Si mirábamos muy a detalle, podíamos darnos cuenta de que esta escena es muy similar a una película de terror en particular ("The Ring"), una de las favoritas de Choi TaeHyun. Tal escenario se vino a la mente del joven y algo asustado dijo:

—¡Por favor! No respondas, SooBin —dijo temeroso.

El cenizo también estaba un poco asustado, pero llenándose de valentía, se giró y comenzó a bajar las escaleras. Se acercó al teléfono y, temblando un poco, contestó.

—¿YeonJun? Ah, claro, se encuentra en nuestra casa ahora —volteó a ver con desaprobación al castaño—. No se preocupe, señora Choi, le diré que regrese pronto a casa.

La mirada atenta del menor se volvió de preocupación cuando escuchó decir a su hermano aquello al teléfono. Ahora tenían otro grave problema. Ya no era suficiente con que Jun fuera un conejo y su madre empezara a sospechar, sino que también debían hacer que YeonJun regresara a casa lo más pronto posible.

Y es que aunque estuviera desinteresado y desobligado con sus padres, no podemos negar que ellos se seguían preocupando por él y les interesaba saber de su paradero, aún más cuando ya tenía una semana y media sin llegar a casa.

Lo que tenían más que claro es que tenían que regresar al peliazul a su estado humano lo más pronto, de lo contrario habría consecuencias fatales.

—TaeHyun, tienes que convertir a Jun de nuevo en humano.

Mi hyung es un conejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora