Los días transcurrían y para SooBin resultaban aún más estresantes. Su hermano no solucionaba nada y sus padres habían estado a punto de descubrirlo en varias ocasiones. Tenía que pensar qué hacer lo más rápido posible, pues en dado caso que sus progenitores se enteraran de esta situación, estarían en graves problemas. En su gran capacidad de imaginación, se observaba a él y a su hermano en un manicomio o, en el peor de los casos, siendo acusados por secuestro y desaparición de un joven. Tan solo pensarlo le causaba escalofríos.
Se le venían tantas opciones a la mente que en su desesperación optó por una no muy convincente.
¡La policía! ¡Qué buena idea! —pensó.
De verdad, ir a la policía ¿le parecía una buena idea?, tan buena idea le parecía que salió de manera sigilosa de casa con el conejillo y ahora se encontraba caminando a la comisaría más cercana.
Al llegar a la estación de policía, se acercó al oficial que se encontraba en el vestíbulo. Narró todo lo que estaba pasando, muy seguro de sí mismo. El comisario, que en un inicio le estaba prestando mucha atención porque el joven se veía muy preocupado, al escuchar la historia de este muchacho llamó a más oficiales para que se acercaran. Lo que al principio parecía estar en completo silencio, se convirtió en risas.
—Miras muchas películas, muchacho —soltaron una carcajada—. Es mejor que vayas a casa —lo encaminaron hasta la entrada de la comisaría, uno de ellos le dio una palmadita en el hombro y sonrió de manera burlona.
El chico de cabellos cenizo salió muy molesto. ¿Cómo es posible que, siendo autoridades competentes, no puedan ayudarle? Estaba al borde del colapso, inició a caminar sin rumbo hasta que, sin saber cómo ni cuándo, se había adentrado a un callejón lleno de tiendas de plantas medicinales, hierbas y figuras escalofriantes. El olor a incienso se hacía presente en sus fosas nasales y ese peculiar aspecto nublado que tenía aquel lugar le daba algo de nerviosismo.
No fue hasta que llegó al final del pasillo. Una mujer con aspecto de gitana no dejaba de verlo. Su mirada era tan penetrante que SooBin paró en seco y asustado solo se limitó a observarla de reojo.
—Mmhhh —gimió con sorpresa—. ¡Joven! Puedo ver que su vida ahora es un completo caos... —hizo una breve pausa, acto que llamó la atención de Bin y, acercándose apresuradamente, preguntó—.
Perdone, pero ¿cómo es que puede saber eso? —espetó con los ojos bien abiertos.
—Las cartas, muchacho —sonrió adentrándose a una tienda con luz tenue y olor a incienso—. Y bien, ¿qué es lo que deseas saber? —La voz de aquella señora se escuchaba tan delicada y emanaba tanta elegancia que cualquier sentimiento de miedo que Soo tuviera se desvaneció por completo.
Moviendo sus dedos elegantemente, tomó un juego de cartas, las mezcló e inició a sacar algunas al azar. Esto a SooBin le causaba impresión, y es que, aunque no entendía absolutamente nada, estaba tan desesperado que cualquier cosa sería de mucha ayuda.
Causando suspenso en el ambiente, la mujer subió su mirada e hizo contacto visual, entrecerró los ojos y por fin dijo:
—Hay dos personas cercanas a ti, veo sentimiento de rabia y vergüenza.
SooBin se encontraba confundido y al parecer esta "vidente" se había dado cuenta, pues su ceño fruncido lo delataba.
—Un conejo —abrió de golpe los ojos tomando por sorpresa al joven—. Justo el que tienes ahí —apuntó hacia su costado donde yacía el conejo en su jaula—. Ese conejo contiene cosas no muy buenas para ti, te aconsejo deshacerte de él.
—Verá, hace poco mi hermano se encargó de convertir a un humano en conejo, no puedo deshacerme de él, es mi mejor amigo —alzó la pequeña jaula que traía consigo dejando ver al conejo.
Tras escuchar aquello, la señora soltó una carcajada burlándose del chico frente a ella.
—De todos los años que tengo leyendo las cartas, jamás había visto algo así —suspiró—. No te preocupes demasiado, piénsalo un poco, eso es imposible... Puedo decirte con franqueza y con mis años de experiencia en esto que ese conejo es todo menos tu mejor amigo —sacó un cigarrillo y se lo llevó a la boca para encenderlo, tras ello agregó—. No lo digo yo, lo dicen las cartas —concluyó.
A decir verdad, se encontraba bastante confundido, tenía más preguntas que respuestas. Una de ellas era, ¿cómo alguien que cree leer las cartas no cree en el poder de la ciencia? ¿A qué se refería con dos personas cercanas? ¿Vergüenza? ¿Rabia? De verdad que no entendía nada.
Caminaba de prisa a casa, no solo enojado por lo que sucedió en la comisaría, sino que también se sentía frustrado con todo lo que había escuchado de aquella señora y, no contento con eso, también había quedado como un total idiota.
Entró a casa sin hacer ningún ruido y poder pasar desapercibido con el conejillo que lo acompañaba. Al subir las escaleras, la primera habitación que se encontraba era la de TaeHyun. Esta vez estaba cansado como para entrar y pelear con su hermano, por lo que pasó de largo directo a su habitación. Sin embargo, vio la puerta entreabierta y escuchó unas palabras que lo hicieron temblar de cólera.
—Risas—. SooBin no tiene ni idea de que todo esto es una broma.
Quedó boquiabierto ante tal revelación, no podía creer que le habían estado viendo la cara. Ahora, todo lo que le había dicho esa "vidente" hacía click en su cabeza y todo comenzaba a coincidir como si de un rompecabezas se tratara. Se retiró con sigilo y entró rápidamente a su habitación, colocó el seguro, se deslizó sobre la puerta y, viendo al conejo con los ojos encendidos en furia, dijo:
—Me las van a pagar —era la única frase que su cerebro podía procesar por el momento.
No estaría mal darles una propia cucharada de su medicina, ¿verdad, SooBin?...
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Mi hyung es un conejo
FanfictionTaeHyun se dedica a hacer experimentos científicos pero, ¿Qué pasaría si una de las soluciones esté compuesta por: Conejo,SooBin y YeonJun? Sin duda daría como resultado, ¡ᴄᴀᴛáꜱᴛʀᴏꜰᴇ! ᴘᴜʙʟɪᴄᴀᴄɪóɴ 5/10/2019 🚨En corrección🚨