SIETE

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La noche había caído, y los dos chicos bromistas estaban al borde del estrés. Al parecer, se habían quedado hasta tarde tratando de idear una manera de decirle la verdad a SooBin.

—Tae, iré abajo por algo de comida. Muero de hambre —avisó YeonJun, dirigiéndose a la puerta.

—Ten cuidado de no ser descubierto —advirtió el joven científico antes de que el supuesto desaparecido cerrara la puerta tras él.

YeonJun bajó las escaleras con sumo cuidado, pues cualquier ruido podría alertar al chico de cabello castaño, lo que significaría el peligro de ser descubierto.

Sintió un gran alivio una vez que llegó a la cocina y, cautelosamente, sacó algunos bocadillos para luego dirigirse de nuevo a la habitación de TaeHyun.

Estaba a punto de pisar el primer escalón cuando las luces de la casa se encendieron detrás de él sobresaltándolo y haciendo que algunos empaques de galletas cayeran al suelo.

—¿A dónde crees que vas, condenado? —se giró lentamente, al parecer su muerte se había acercado más de lo que hubiera imaginado.

—Y-yo... err... —tartamudeó, sintiendo cómo empezaba a sudar a causa de los nervios—. Hola...

No dejó que SooBin dijera algo más, pues ya se encontraba corriendo escaleras arriba lo más rápido que pudo, tan asustado que dejó caer todos los bocadillos en los escalones. Al llegar a la habitación de Tae, cerró la puerta, puso el seguro y, agitado, pidió la ayuda del menor para hacer fuerza y evitar que el chico afuera pudiera entrar.

Por otro lado, SooBin subió las escaleras con calma, pues toda la furia que sentía la descargaría una vez que tuviera a esos dos estúpidos frente a él. Una vez delante de la puerta, tocó suavemente, manteniendo la calma, ya que una vez que se abriera casi casi los mataría.

—Vamos chicos, hay que hablar —dijo en un tono suave, que para los chicos dentro de la habitación era aún más aterrador.

—Estamos muertos, TaeHyun-ah —espetó YeonJun, tragando saliva.

Se le ocurrió una idea y sabía que funcionaría sí o sí, por lo que sacó su teléfono y reprodujo un sonido de llamada.

Los que estaban detrás de la puerta, al escuchar el tono, se asustaron aún más, imaginando lo peor. Lo más horrendo fue que se escuchó cuando tomaron la supuesta llamada y, tras ellos, a Soo hablando.

—Buenas noches, señora Choi. Habla SooBin, el mejor amigo del tonto de YeonJun. Solo llamaba para decirle que... —ni siquiera pudo terminar la oración cuando la puerta se abrió de golpe y Jun se lanzó encima de él para quitarle el teléfono. Al darse cuenta de que era una llamada falsa, se paró rápidamente, confundido.

—¡YeonJun! —Taehyun lo miró con los ojos abiertos como platos para después gritar histérico—. ¡Corre!

Cuando se dio cuenta de la situación, intentó correr lo más rápido posible, pero fue en vano, ya que la gran mano de SooBin ahora le jalaba fuertemente del brazo escaleras abajo. Detrás de ellos venía TaeHyun, asustado, y aunque quisiera esconderse en su habitación, tampoco quería dejarle toda la culpa a su hyung. Ahora que ya habían sido descubiertos, no le quedaba otra opción más que afrontar las consecuencias.

Una vez que estaban en la sala, SooBin soltó a su mejor amigo, indicándole que se sentara en el sofá frente a él. También le indicó lo mismo a su hermano.

Tenía un semblante tranquilo, y eso era lo que más les aterrorizaba, ya que sabían que explotaría en cólera pronto y eso significaría casi su muerte.

Pero al contrario, desde que Soo formuló una palabra lo hizo de manera tranquila, algo que sin duda les dio una gran paz a YeonJun y TaeHyun... ¿Pero realmente duraría mucho esa paz?

—Necesito explicaciones ahora —demandó de una manera tranquila, viéndolos de una manera que les erizaba la piel.

La tensión en la sala era palpable. SooBin miraba fijamente a los dos chicos, que no se atrevían a sostenerle la mirada. Yeonjun y Taehyun intercambiaban miradas nerviosas, buscando una manera de explicar su comportamiento sin que las cosas empeoraran aún más.

—No tenemos toda la noche —dijo SooBin con voz firme pero calmada, mientras se acomodaba en el sofá frente a ellos.

YeonJun respiró hondo, intentando ordenar sus pensamientos. Finalmente, se decidió a hablar.

—SooBin, nosotros... —comenzó, pero su voz se quebró. Volvió a intentarlo—. Solo queríamos encontrar la manera correcta de decirte la verdad.

SooBin arqueó una ceja, esperando más detalles. Taehyun decidió intervenir, notando que su hyung estaba luchando para encontrar las palabras adecuadas.

—Es cierto, Soo. No sabíamos cómo ibas a reaccionar y... queríamos asegurarnos de que todo saliera ¿bien?. Por eso estaba tan nervioso y actuando de manera extraña.

SooBin los miró detenidamente, evaluando sus palabras.

—¿Y cuál es esa "verdad" tan terrible que no pueden simplemente decirme? —preguntó con un toque de impaciencia en su voz.

Mi hyung es un conejo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora