- Dime su nombre, Eve - advirtió con la voz rasposa y los músculos de su cuello completamente tensos. Su torso se comprimía ante el ardor que todavía sentía incluso más profundo perforando sus entrañas.
Una idea incierta para Villanelle era escuchar de los de casos lamentables de mujeres sin nombres y algunas sin rostro, cientos de ellos. Mujeres que eran culpadas por los medios de noticias por una misma aberración cínica: elegir a un mal hombre. Eran culpadas por provocarlos, culpadas por no pedir una simple ayuda antes, expresándolo como el acto más sencillo cuando no lo era. Lo sentía tan lejano a su propia realidad privilegiada, imposible de contemplar esa tristeza a su alrededor. Su padre la había educado de una manera que pudiera poseer su lado femenino digno en su carácter, que ejercitara su inteligencia, que pudiera pensar por su propia cuenta sin influirse de nadie, que tenga la capacidad de afrontar la vida, y que sintiera el amor valiente y sin límites. Al igual que también le había enseñado valores con una perspectiva masculina más dominante, como el poseer un cuidado protector con quien sintiera cercano a su corazón, que supiera aprovechar el entrenamiento físico duro como una liberación de estrés, que valorara y principalmente respetara a la persona que llevara a su privacidad a puertas cerradas, sin importar si era la primera o muchas de las veces. Konstantin sabía que debía hacer un trabajo arduo y sin descanso desde el momento en que la pequeña rubia estuvo bajo su responsabilidad, y mucho más cuando supo que no era heterosexual y que no era exclusivamente femenina, la había criado con los valores de una mujer, heredados de su propia madre, y también con los valores que él mismo tenía como hombre.
Así que tener que tirar por la ventana su honesta sorpresa e incredulidad de conocer el secreto de Eve, le estaba costando mucha de su energía. Tenía una bolsa llena de preguntas que iba a explotar en cualquier momento, necesitaba información, necesitaba entender porque le estaba pasando esto a ella. Una doble moral la trazaba por la mitad ante el dolor de verla tan herida físicamente, que la culpaba por sus pensamientos intrusivos de pensar cualquier tipo de causante o generador de esos moretones en su preciosa piel. Eve era una víctima y no aceptaba que fuera así, sentía que ese adjetivo para una poderosa mujer como lo era ella, desencajaba nublando su cabeza. Y eso la hacía sentir culpable hasta el alma.
Los ojos de Eve, en respuesta, dejaron de llorar y la observó con una expresión de haber visto a la muerte misma viniendo a buscarla - no, tú... no-no vas a hacer nada al respecto - sin siquiera parpadear, uso las palabras que pudo con el tono de su voz tambaleante. Todos sus rasgos completamente despojados de la calma, vestido con las marcas en los pliegues de sus ojos y mejillas del llanto, con la humedad salada de lágrimas que caía por su mandíbula, y el blanco alrededor de sus iris marcaba la imagen de sus pequeñas venas hinchadas y rojizas hasta esconderse detrás de sus párpados - te prohíbo hacer cualquier estupidez Villanelle. ¡Esto no es una tontería! - se acercó asustada y estaba a centímetros de la joven. Elevó una de sus manos, y con inseguridad la posicionó sobre el dorso de la mano de Villanelle, apretando leve, buscando que ella entendiera que estaba hablando con mucha seriedad ante una preocupación latente.
Villanelle parpadeó varias veces mareada, no comprendía sus intenciones. Su lenguaje corporal era una presión de ansiedad que gritaba a través de sus ojos, helándole la sangre de sólo ver sus iris tan lejos de parecerse a la Eve que conocía, no brillaban ni tampoco se podía ver reflejada en ellos, solo abundaba en una materia negra que nunca había visto antes, imposible de deshacer - Eve, de verdad, ¿qué mierda estás diciendo? - aumentó el tono de su voz - ¡por supuesto que haré algo al respecto, las dos haremos algo al respecto! - avanzó con el contacto y rodeó la mano fría y temblorosa de la morena con la suya.
- No sabes nada de mi vida personal, no sabes que fue o por quien fue to-todo esto... - elevó sus cejas muy angustiada, sin poder encontrar la manera correcta de expresar toda la cantidad de memorias que cargaba en su mente - Villanelle no te estoy pidiendo ayuda, po-por favor, no quie-no tienes que meterte en esto - su voz rota, dejando espacios de aire entre las lágrimas nuevas que brotaban de sus ojos. Con su mano tomando con mucha más convicción los falanges de la rubia, brindándole un apoyo mínimo a su estabilidad, a punto de romperse.
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Mi Profesora De Francés
Fanfiction... debía ser una obsesión más de la rubia, sólo era una mujer más, no? | LGBT. | Diferencia de edad. | Violencia. | +18