XVIII. CONFUNDIDA

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Eve entró en la cocina de su mansión y se encontró con la presencia de Villanelle, recibiendola con el aroma cálido del café recien hecho abrazando sus fosas nasales. La joven dio la vuelta, y le dio la cara con una suave sonrisa.

- Ahí estás, preciosa - su voz como terciopelo en un tono digno de amor. Entre sus manos, una taza humeante que la llamaba a probar su temperatura ardiente a traves de su lengua.

- ¿Qu-qué? ¿Cómo? - la morena apenas pudo hablar con la mirada enamorada de la rubia que la cegaba en todos sus sentidos - ¿Villanelle que estás haciendo en mi casa? - volteó a ver insegura hacia todos lados, analizando las puertas y ventanas que de repente eran de color blanco junto con las paredes, lejanas de azulejos y decoraciones particulares al azar, apretó sus cejas al notar el cambio - que tal si alguien te ve a estas horas por dios, si Niko... - susurró muy por lo bajo, tomando el café de entre sus manos y colocandolo sobre la mesada a su lado.

- Cariño, todavía no lo recuerdas? - su mano se elevó hasta alcanzar la mejilla izquierda de Eve, presionando suavemente su dedo pulgar sobre su pómulo en pequeñas caricias.

Sus ojos casi se abren como platos en respuesta a su extraña dulce voz, pero lucho contra sus instintos - ¡Villanelle no! - nego con su cabeza - ¡esto no está bien! - dio dos pasos más hacia la joven y trató de expresar através de sus ojos el pánico que sentía, el miedo de que alguien pudiera entrar en cualquier momento, alguien ajeno a ellas dos, a las miradas, a las manos, y las viera, pensando cosas que no eran.

Los iris avellana descendieron a su boca como unica respuesta, y su mano libre se movió para posicionarse en la cintura de la morena, rodeandola por detras de su espalda y acercandola en el proceso. Eve casi no tuvo tiempo a decir ni reclamar nada, ya que en un parpadeo sintió el peso de los labios de la joven sobre los suyos. Villanelle la estaba besando, como si fuera la cosa más normal del mundo entre las dos.

- ¡¡Pero qué crees que haces Villanelle!! - alejo sus labios con rapidez y la miró analizando su rostro a un pelo de distancia. Todavía manteniendo el tono de voz bajo.

- Abre los ojos, Eve - su voz teñida con un enigma diferente después de besarla, con una rasposa y excitante vibración en sus cuerdas vocales, junto con sus iris dilatados, que la veían sin parpadear. A punto de avanzar en silencio, y atacar sin piedad a la presa - solo tienes que aceptar esto.

- ¿Qué es esto...? ¿Qu-qué tengo que aceptar? - viajo con angustia entre ambos ojos de la joven que parecían no ceder en ir en busca de más. Fue entonces cuando Villanelle comenzó a acercarse de nuevo con claras intenciones, y Eve colocó su mano en su pecho deteniendola a tiempo - por favor Villanelle, ¿por qué estás haciendo esto? ¿Qué es toda esta locura? - su garganta expresó una preocupación honesta, con sus ojos vidriosos al visualizarla a la joven, realmente, de pies a cabeza: traía el cabello despeinado de varios tonos más oscuro, ligeros pliegues en sus ojeras, y ojos hinchados de recién haberse levantado. Sus rasgos faciales lucian más maduros, más... adultos. De su cuello colgaba un elegante collar de oro reluciente, con un pequeño dije en forma de "E" cursiva. Contuvo la respiración, y elevó su mano hasta alcanzar la mano ajena que todavía yacía en su mejilla, tomando los dedos de la rubia y alcanzando a sentir un anillo en su dedo anular, observándolo frente a sus ojos, reconociendo que era un anillo de casamiento. Abrió más sus párpados y asustada, la observó a los ojos, su mirada era tranquila, expresando un "lo sé" en una timida sonrisa. Entonces con temor, esquivó su mirada hacia su propia mano izquierda, sin poder creerlo, su mandíbula cayó en sorpresa, y una lágrima corría por su mejilla. Llevaba puesto el mismo anillo que llevaba Villanelle, en su dedo anular - ¿Es-est-tamos cas-casadas? - su voz sin aire, estaba perpleja.

Mi Profesora De FrancésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora