Al mediodía Marta pasaba de nuevo por la pastelería, aunque esta vez había algo distinto. Fina se dio cuenta de que en lugar de ralentizar el paso para contemplar los deliciosos suizos del escaparate, lo hizo para poder verla a ella con más detenimiento y esta vez sí que dejó escapar totalmente la sonrisa de sus labios, cosa que hizo que Fina se derritiese hasta que Marta volvió a desaparecer del cristal.
Después de cerrar, Fina preparó comida para su padre y para ella, descansó un rato y a la tarde volvió a abrir con ganas de ver a Marta de nuevo.
A las seis de la tarde alguien hacía sonar la campanita de la puerta, así que Fina salió de la cocina para recibir al cliente, pero se llevó una gran alegría al ver quién entraba.
—Buenas tardes, Fina —saludó Marta sonriente.
—Hola —saludó Julia que iba de la mano de su tía.
—Pero bueno, ¿quién es esta chica tan guapa? —dijo Fina saliendo de mostrador y acercándose a ellas.
Marta, después de que Fina dijese aquello, la miró con gran ilusión en los ojos pensando que lo decía por ella, pero se ruborizó hasta las orejas cuando vio que Fina se agachaba para quedar a la altura de Julia, a quien dirigía ese cumplido.
—Soy Julia —se presentó la pequeña—. Mi tía Marta me dio un suizo esta mañana y me encantó, así que me invitó a merendar aquí.
—Encantada, Julia. Yo soy Fina —se presentó dándole la mano para hacer un saludo formal, bromeando—. Me alegro de que te hayan gustado los suizos, has sacado el buen gusto de tu tía —dijo levantando la barbilla para mirar a Marta y guiñarle un ojo.
¿Cómo era aquello? El aleteo de una mariposa puede provocar un Tsunami al otro lado del mundo. Pues en el mundo de Marta, aquel aleteo de las pestañas de Fina provocó un terremoto.
—Bueno —continuó Fina levantándose—, voy a prepararos la mejor merienda para las chicas más guapas de todo Toledo, ¿os parece?
Esta vez el cumplido también iba dirigido a Marta y volvió a sentir aquella calidez en el pecho que tanto le gustaba.
—¡Sí! —afirmó Julia emocionada y dirigiéndose hacia una de las mesas.
—Dejadme vuestros abrigos —les pidió Fina.
Primero Marta ayudó a Julia a quitarse el suyo y cuando fue su turno, se encontró con las manos de Fina que buscaban ayudarla. Mientras el abrigo se deslizaba por sus brazos, las manos de Fina lo acompañaban, dejándole la piel erizada allá por donde pasaban.
—Gracias —le susurró Marta, girándose y quedando muy cerca de ella.
—De nada —le susurró de vuelta. Ambas ruborizadas.
Tras colgar los abrigos en el perchero de la entrada y mientras Julia y Marta tomaban asiento, Fina fue tras el mostrador, comenzó a preparar dos tazas de chocolate caliente y sacó una bandeja para llenarla con una pieza de cada pastel y bollo que tenía. Una vez todo listo, Fina lo llevó a la mesa de las chicas.
—Madre mía, Fina. ¿Qué es todo esto? —dijo Marta sorprendida al ver la bandeja llena.
—Dije que os prepararía la mejor merienda, ¿no? Además, quiero que Julia pruebe todo para que pueda encontrar su favorito.
—Gracias, Fina —le agradeció Julia.
—De nada, cariño —dijo acariciándole la cabecita—. Espero que os guste.
Fina se giró para volver tras el mostrador, pero Julia tenía otros planes.
—Fina —le llamó.
—Dime.
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Pastelería Libertad • AU
FanfictionFina había cumplido su sueño: tener la pastelería con más encanto de todo Toledo. La pastelería Libertad. Fina conocía a todos y cada uno de sus clientes y sus horarios. Aunque... no sólo los de ellos, sino que también se sabía los horarios de una...