Capítulo 3

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                                 -𝒫𝑒𝓇𝒻𝑒𝒸𝓉𝑜!-

"Vamos Alegra que yo te llevo a la residencia." Me dijo Martín.

"No hace falta Martín ya Lucas se avía ofrecido." Le respondí con una sonrisita.

"Te e dicho que te llevo yo." Me dijo entre dientes apretados.

"Que no."

"Que si."

Y sin muchas ganas de seguir y pasar una pena delante de mis amistades nuevas, accedí.

"Vale. Nos vemos pronto Lucas." Le sonreí y me puse en punticas de pie para regalarle un beso en la mejilla.

Y con una última sonrisa caminé hacia un muy impaciente Martín, que llevaba una cara de homicida y la verdad daba miedo.

Caminamos en silencio hasta que Martín se detuvo delante un coche deportivo rojo.

No tuve mucho tiempo para asombrarme del coche tan divino, porque Martín se giró con cara de bravo y brazos cruzados.

"El beso era necesario?"

"Así es como me despido de todos mis amigos." Le dije con una sonrisita.

"De todos?" Preguntó.

"Si de todos. Algún problema?" Le arqué una ceja.

"Nada, entra ya." Me dijo abriéndome la puerta del carro.

Me subí y cerró la puerta . Luego le dio la vuelta al carro y se montó en el lado de el conductor.

De camino a la residencia se mantuvo callado. Y era un silencio muy incómodo.

" De quién es esa camisa que llevas puesta?" Martín fue el primero en romper el silencio.

" Es de Lucas, me ha dicho que me la quedara y así tenía una excusa para volver a verme."

"Pues la verdad tiene muy mala pinta. Mejor te la quitas no sabes dónde el ha estado."

" En realidad  huele bien rico. La quieres oler?" Le pregunté estrechando el cuello de la camisa en su dirección.

"Lo dudo. Anda quítatela."

"No quiero."

"Que si que quieres."

"Que no."

Suspiro, y viro la cara a mirarme por solo un segundo.

"Te la puedes quitar por favor?" Preguntó con una carita de pobre, a la caul en verdad no podía decir que no.

"Vale." Le dije y me quité la camisa.

"Ahora tengo frío." Me quejé.

"Ponte mi sudadera, que nadie te mando a quitártela."

"Es que si no me la quitaba no me podía bañar con Lucas."

"Ese era el punto."

Me empecé a reír.

"Eres un pesado."

"Pero eso te gusta."

"Y ati quien te a dicho eso?"

Sonrió, una sonrisa genuina que la verdad lo hacía ver aún más exquisito.

"No hace falta que me lo digas, tus acciones lo dicen todo."

" Y qué acciones son esas?"

Puso una mano sobre mi muslo desnudo y sentí que la piel se me erizaba. Su pulgar me empezó a acariciar, tal como me avía echo hace unas horas en la mejilla. Mi cuerpo radiaba calor justo donde me estaba tocando.

Fingiendo que no me gustasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora