Parte 24

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Perrie

Zayn y yo llegamos al campus sobre las doce del mediodía del día siguiente. El autobús del equipo sale a la una para su partido en Burlington, así que tiene que salir pitando del parking si quiere ir a casa y cambiarse antes del viaje. Pero se queda pegado al asiento del conductor.

—¿Qué pasa? —No puedo adivinar su expresión.

—¿Podemos vernos esta noche? —Su voz es ronca y hay un punto que no sabría explicar en ella.

—Tengo ensayo, así que depende de cuando nos deje salir Steven. Llámame cuando hayas vuelto de Vermont y ya vemos dónde estoy, ¿vale?

El asiente. Sigue sin moverse.

—¿Te importa ayudarme con mi maleta?

Vuelve a asentir.

Noto una punzada de inquietud cuando salgo del coche. No hay nadie en el aparcamiento que pueda ver cómo descargamos mi equipaje, pero eso no es lo que me inquieta. Es la intensidad que irradia Zayn. Como si quisiese decir algo, pero no supiese cómo abordar el tema.

—¿Todo bien? —pregunto sin darle mucha importancia.

Esos ojos verdes me observan con tanta atención que me siento insegura. Sé que mi pelo es un desastre, y estoy bastante segura de que hay un diminuto grano incipiente en mi barbilla. Espero que no sea eso lo que está mirando.

—Todo bien, muñequita —dice por fin, saliendo del profundo pensamiento en el que estaba absorto—. Ven aquí y dame un beso de buena suerte. Necesitamos desesperadamente ganar el partido de hoy.

Mi mirada revolotea alrededor del parking. Zayn frunce ligeramente los labios y ver eso me produce un destello de culpabilidad. Acabamos de pasar tres días juntos. Nos hemos enrollado delante de Beau, por el amor de Dios, y ¿tengo miedo de darle un beso en un aparcamiento vacío?

Me acerco y me pongo de puntillas para rozar mis labios sobre los suyos.

—Buena suerte —le susurro. Y después le meto un poco de lengua y sonrío cuando se le corta la respiración.

Se queja en voz baja.

—Calientabr... ya sabes.

Mi sonrisa se ensancha cuando doy un paso atrás.

—Gracias por el viaje en coche. Y por la noche tan guay.

—Y por el sexo guarro, guarro —me recuerda.

—Un «guarro» habría bastado. —Pero no es verdad. Lo que hemos hecho este fin de semana requiere al menos dos «guarros». Es más, creo que cuatro sería probablemente la cantidad correcta.

—¿Estás seguro que puedes con esa cosa? — pregunta al mover mi maleta a reventar hacia la acera.

—Seguro. Tiene ruedas.

—¿Y las escaleras?

—Puedo seguro —insisto—. Vete, Zayn, que vas a perder el autobús.

Justo cando le doy un empujón suave en su culo sexy para que se ponga en marcha, una voz familiar suena detrás de nosotros.

—Ey, Perrie.

Mi mano se queda congelada en el pecho de Zayn. Rápidamente me separo y me doy la vuelta para saludar a la figura que se aproxima. Es Jim Paulson, uno de los hermanos de fraternidad de Sean. Mis nervios se agitan en mi estómago mientras me pregunto cuánto habrá oído. Y visto...

Mierda. ¿Habrá visto el beso que le he dado a Zayn?

—Hola —le digo, forzando una sonrisa—. ¿Qué tal tu día de Acción de Gracias?

Adicto a Ti (Zerrie Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora