Capítulo 6

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Byul-yi e In-hwan estaban hablando en su oficina, discutiendo los últimos eventos en el refugio. La conversación fluía de manera casual, con In-hwan manteniendo un tono profesional mientras Byul-yi se relajaba en el sillón frente a su escritorio.

De repente, la puerta se abrió de golpe. El doctor Lim apareció en el umbral, cubierto de sangre y con una expresión confusa en su rostro. Sin embargo, en cuanto vio a In-hwan y Byul-yi, una sonrisa extraña se dibujó en sus labios.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Lim con un tono coqueto.

—Necesito que vea algo, sargento Tak.

Byul-yi hizo una mueca al ver a Lim. Si le sumaba un par de años al sargento Tak, el doctor Lim podría ser fácilmente su padre.

—Sargento Tak, necesito que vea algo —repitió Lim, mirando disimuladamente a Byul-yi para indicar que debía retirarse.

Pero Byul-yi no se inmutó. En lugar de eso, se levantó de su silla y caminó detrás de In-hwan, claramente interesada en lo que estaba sucediendo.

—Doctor Lim, ¿qué es tan importante que no pueda esperar? —preguntó In-hwan mientras caminaba hacia la puerta, con Byul-yi siguiéndolo de cerca.

—Una residente no debería ver esto —dijo Lim, intentando sonar autoritario.

Byul-yi levantó una ceja y se detuvo en seco.

—¿Desde cuándo necesitas mi permiso para ver algo, Lim? —dijo In-hwan, mirando al doctor con desaprobación.

Lim titubeó por un momento, pero finalmente asintió, comprendiendo que no tenía otra opción.

—Muy bien, síganme. Pero le advierto, esto no es algo que cualquiera pueda manejar —dijo Lim, dirigiéndose hacia la salida.

 Pero le advierto, esto no es algo que cualquiera pueda manejar —dijo Lim, dirigiéndose hacia la salida

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—Era Oh Jun-il —dijo Lim cuando estuvieron frente al cuerpo inerte de la anciana. Ella era la del aislamiento que había mencionado Chan-young— solo quería estimularla, no sabía que explotaría así.

El sargento y la mujer compartieron miradas.

—La muestra de sangre mostraba signos de monstrualización, pero no tenía síntomas, nada de hemorragias o alucinaciones.

Eso es raro.

—Debí tener más cuidado con él. Por fin encontré un espécimen y me emocioné mucho, como un idiota —lamentó Lim.

—Ya basta, debe ser un error —replicó el sargento In-hwan, su tono autoritario.

—¿Qué?

—Oh Jun-il vino a ver a su mamá, pero la persona sintomática sucumbió a la monstrualización y mató a su propio hijo durante el ataque.

El sargento echó gasolina por todas partes.

—Usted, doctor, informe lo que vio y el pelotón la sometió, ¿no es así? —continuó In-hwan, su mirada penetrante fija en Lim.

𝗙𝗔𝗡𝗧𝗔𝗦Í𝗔 ||Sweet Home||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora