Capítulo 7

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El día era soleado, y la pequeña Ah-yi se encontraba parada en el techo, mirando hacia el mar. Caminaba sin rumbo fijo, sus pies deslizándose sobre la lata, con una expresión triste en su rostro. Sus ojos, normalmente llenos de vida, reflejaban una melancolía profunda. De repente, su atención se desvió hacia una figura familiar que se acercaba. Era Byul-yi.

—Mira lo que tengo para ti —dijo Byul-yi, mostrando unos tenis nuevos.

Los ojos de Ah-yi se iluminaron. Byul-yi le puso los tenis, sonriendo con ternura. Luego, la cargó en sus brazos, abrazándola con fuerza pero sin hacerle daño.

—¿Cómo has estado, pequeña? —preguntó Byul-yi.

—Feliz porque estás aquí —respondió Ah-yi, su voz llena de alegría.

Durante todo ese tiempo, Byul-yi había estado criando a Ah-yi, tratándola como si fuera su propia hija. La cuidaba con amor y dedicación, asegurándose de que la pequeña nunca se sintiera sola. Incluso la criatura monstruo que acompañaba a Byul-yi se había encariñado con la niña, protegiéndola en todo momento.

Sin embargo, un día la verdad se hizo presente. La verdadera madre de Ah-yi regresó, Yi-kyeong, reclamando a su hija. Byul-yi, a pesar de no querer separarse de la pequeña, sabía que no tenía otra opción. Había sido simplemente una niñera, y ahora debía devolver a Ah-yi a su legítima madre.

—Lo siento, pequeña —susurró Byul-yi mientras entregaba a Ah-yi a su madre— te voy a extrañar mucho.

Ah-yi la miró con lágrimas en los ojos, incapaz de comprender por qué su "mamá" tenía que irse. Byul-yi desapareció de la vida de Ah-yi, y la pequeña nunca volvió a verla. Sin embargo, el recuerdo de Byul-yi permaneció, apareciendo en sus sueños como un eco constante de los momentos felices que habían compartido.

Por otro lado, Hyun-soo también había sido una figura crucial en la vida de Ah-yi. A veces se turnaba con Byul-yi para cuidarla, y otras veces la cuidaban juntos. La pequeña Ah-yi había tenido dos "padres" que la querían profundamente y que se aseguraban de que siempre estuviera segura y amada.

Pero ahora, en el silencio de la noche, esos recuerdos se mezclaban con sus sueños, creando un tapiz de nostalgia y amor perdido. Ah-yi seguía adelante, pero el vacío dejado por Byul-yi nunca se llenaría completamente. Cada vez que miraba al mar, recordaba aquellos días soleados en el techo, las risas compartidas, y el amor incondicional que había recibido de una mujer que, aunque no era su madre biológica, la había amado con todo su corazón.

 Cada vez que miraba al mar, recordaba aquellos días soleados en el techo, las risas compartidas, y el amor incondicional que había recibido de una mujer que, aunque no era su madre biológica, la había amado con todo su corazón

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Byul-yi saldría con los militares otra vez. Estaba sentada ya dentro del auto, recostada en el asiento, mientras observaba el movimiento alrededor. En el otro auto, el doctor Lim también se preparaba para la salida. Byul-yi, buscando una posición más cómoda, se acomodó de tal manera que pudiera ver de cabeza al sargento Tak, que estaba parado frente a ella.

—Sargento —dijo, llamando su atención.

Él le sonrió con amabilidad.

—Que te vaya bien —le deseó el sargento Tak.

𝗙𝗔𝗡𝗧𝗔𝗦Í𝗔 ||Sweet Home||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora