Capítulo 4: Abstraído

23 4 0
                                    


A la semana siguiente, Edmund, Aithne y Anya volvieron a la clínica para la última revisión del mes de la niña. Esta vez Dashiel los había acompañado, pero permaneció en unos bancos del estacionamiento.

El médico pediatra advirtió que sería el último chequeo del mes, ya que la niña mostró crecimiento y mejorías a pesar de haber nacido prematura. Esto alegró a los padres, quienes contentos salieron de la clínica.

El celular de Edmund vibró, al sacarlo de su bolsillo se fijó en la hora, las 15:45, bajó la barra de estado y leyó "Te veo", perteneciente de Sandor. Lo buscó con la mirada y lo encontró, saludando a lo lejos con Dashiel al lado.

Al estar frente a la pareja y a la niña, Sandor saludó formalmente.

-Buenas tardes, señorita Aithne -le besó en la mejilla -es agradable poder verte después de mucho tiempo -Dijo con su voz encantadora.

-Lo mismo digo, hace tiempo que no te veía -Respondió contenta Aithne. -¿Cómo te va en tu nuevo lugar de trabajo?

-Mi nuevo supervisor me hace la vida imposible -Rodó los ojos -me tiene cumpliendo horas de más.

- ¿Acaso le caes mal a tu nuevo supervisor? -Preguntó entre una sutil sonrisa la mujer.

-No me sorprende que le hayas caído mal a un supervisor, ¿acaso lo conozco? -Se atrevió a decir Edmund, suponiendo ya la respuesta.

Edmund y Dashiel carcajearon bajo por las circunstancias de Sandor.

-Aquí no te lo contaré Edmund, hay niños presentes -dijo, señalando al adolescente y a la niña.

Dashiel frunció sus cejas, como si dijera "ya no soy un niño", las risas de los adultos no faltaron. Pero el momento fue interrumpido por un celular, perteneciente de Aithne, la estaban llamando.

-Disculpen, es del trabajo -dijo y suspiro, como ella sostenía a Anya en brazos, se la cedió a Edmund y se alejó para contestar la llamada.

Sandor se fijó en la pequeña bebé, estaba cubierta por la manta, en su rostro dormido se notaba calma y lo que le pareció más tierno fueron sus puñitos que se abrían y cerraban. Sonrió en nostalgia, Edmund al verlo también sonrió, recordando el amargo pasado de su amigo.

- ¿Quieres cargarla? -Preguntó el rubio y a su amigo se les iluminaron los ojos.

-Si...

Knox le entregó su hija a Sandor lentamente, la niña se removió un poco, pero volvió a conciliar su sueño y succionaba su chupete color rosa, Sandor se murió de ternura...

- ¿Estás seguro de que sea yo su padrino? -Preguntó dudoso, mientras acariciaba la manita de Anya, ella tomó su dedo y lo apretó.

Edmund solo asintió y junto a Dashiel observaron las tiernas acciones de Anya. La calma rodeó el corazón de Sandor, silenciosamente le agradeció a su amigo y se mantuvo en silencio, disfrutando del momento. Luego de unos minutos, Aithne volvió.

-Edmund, me llamaron de urgencia en el trabajo -dijo exaltada, mientras buscaba las llaves del auto en su bolso -Así que los llevaré a casa y me quedaré con el auto.

-Espera Aithne -Interrumpió Sandor -Es mejor que vayas ahora, yo me encargo de llevarlos a su casa -propuso.

La mujer estaba algo confundida, Sandor lo supo, pero debía de hablar un tema delicado con Edmund a solas y esta era su oportunidad.

-Los sacaré a pasear un poco y los devolveré temprano -propuso nuevamente.

Aithne observó a su marido, solo recibió un levantamiento de hombros por su parte y suspiró, así que se fijó en su hijo, quien asentía con la cabeza por el plan de Sandor. Solo eso bastó para que aceptara. Todos fueron hacia el auto de la pareja, Edmund se encargó de retirar el asiento de bebé que tenía en la parte trasera y el coche de bebé del baúl. Luego Aithne partió hacia su trabajo.

IRREGULARES: Mundo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora