Capítulo 3

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— Suéltame — mi orden era un grito, pero estábamos tan lejos en el campo de futbol que nadie me escuchó.

— ¿Qué haces aquí? Hace años que no olía a una bruja sangre pura, ¿por qué estás aquí?

Estaba desconcertada, pero cuando mencionó a las "brujas", me partí de risa en su cara.

— ¿Brujas? — dije entre risas — pensé que eras un idiota, pero parece que además estás loco, Harry Potter sigue en su libro, eh... — le dije e intenté pasar por su lado, pero su mano volvió a mi piel y me acorraló inhumanamente rápido contra una pared.

— No tengo tu tiempo, Calypso. ¿Qué demonios haces aquí?, si tiene que ver con la cosecha juro que te voy a drenar.

Parecía que hablaba totalmente en serio, lo que hizo que sintiera pánico, no era alguien que combatía con otros, por eso terminaba renunciando a las artes marciales y si mi oponente me sacaba 30 cm de ventaja era peor.

— No sé de qué hablas Draven, suéltame por favor. — estaba suplicando, lo que hizo que Draven enloqueciera aún más, me soltó y movió su cabeza de una forma bestial. Sus ojos se encendieron, sus oscuros ojos se volvieron zafiros, brillantes, hermosos y aterradores.

— ¡Vete! — ordenó. — ¡qué te vayas!, ¿no entiendes?

Mis pies querían correr, pero algo dentro de mí los frenó.

— No, ¿qué demonios eres?

Me volvió a mirar a los ojos.

— ¿Cómo que qué soy? ¿No me hueles? — me sacudió del brazo, confundido — ¿no me sientes?

Negué con la cabeza y antes de que siguiera aterrándome Nora salió de un lado.

— Draven déjala — le gritó — ella no sabe nada, está contenida — admitió Nora.

Volvió a verme, seguía visiblemente alterado, pero con la misma rapidez que me llevó allí, desapareció, sentí que por fin podía volver a respirar, caí sobre mis rodillas y me solté a llorar, no sólo era el miedo que sentí en ese momento, era todo, mis papás, mi hermana, mi vida, sentí la necesidad de sacar todo lo que había estado reprimiendo desde el accidente. Nora se acercó rápidamente y me abrazó con fuerza, tratando de calmarme. Su presencia era reconfortante, pero el encuentro con Draven había sacudido mi mundo de una manera que no podía comprender.

— Ya, ya, estás bien Caly, respira.

Lo hice, estuve ahí tirada ¿minutos? ¿horas? ¿segundos? No tengo idea.

— Draven... él... no sé qué es. — mi voz estaba entre cortada y aguada.

— Tranquila amor, no pienses ahora mismo.

Me talló la espalda y me calmó en poco tiempo, cuando recobré un poco de compostura, recordé sus propias palabras.

— ¿Contenida? — dije, aun en el suelo, recarga en Nora. — ¿qué significa que "estoy comprimida", Nora?

Nora maldijo para sí,

— Vamos con tu tía, necesitas hablar con ella.

El viaje fue callado, yo aún temblaba por la conmoción y Nora manejaba, por momentos volteaba a verme para vigilarme. Cuando llegamos mi tía estaba en la puerta con las manos entrelazadas, parecía que estaba rezando.

— Nora, ¿qué pasó? ¿por qué tardó tanto? — le preguntó a mi amiga, que bajaba del piloto. Nora no contestó en seguida y se limitó a bajarme, cuando mi tía me vio corrió a mí y me abrazó con la fuerza de un puma.

La sangre de los malditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora