Me llevó tan rápido a su cuarto que no pude parar a apreciar el arte que había en su casa, estaba lleno de arte de todos los siglos imaginables. Su cuarto era enorme, bello y antiguo, una mezcla de arquitectura greco-romana con un toque de romanticismo, beige, negro y mármol me hubiese detenido a observar más si no fuera por el hecho de que estaba en su habitación, sola, con él.
Draven me dejó sentada en su escritorio en lo que se metió al baño sin darme ninguna explicación. Yo estaba nerviosa en su silla, cuando por fin salió vi que tenía las manos llenas de ropa.
— Cámbiate — me ordenó, dándome la ropa en las manos.
Mi sorpresa fue tal, que, abrí la boca.
— No es en serio, ¿verdad? — le dije, estaba loco.
— Te advertí que iba a ser complicado estar conmigo y aceptaste, te prometo que si pudiera hacer otra cosa la haría, pero si no te cambias ahora mismo juro por el maldito diablo que voy a correr a deshacerme de tu amigo el lobo con mis propias manos. Y cariño, no tendré ni un gramo de compasión por su apestoso ser. — sus ojos se volvieron una mezcla de negro y rojo.
La intensidad en su voz me hizo estremecer, Draven no estaba jugando ni un poco. Entendí perfectamente en qué me había metido, pero no estaba ni un poco arrepentida, ¿eso me hacía una loca? ¿no arrepentirme de nada? Incluso cuando estaba enloqueciendo de celos sólo por cómo olía.
— No eres mi jefe y esa actitud de machito no influye mucho en mí.
Draven maldijo para sí mismo, pero en seguida se calmó.
— ¿Puedes hacerlo? ¿por mí? — se agachó, hasta quedar a mi estatura, desde donde estaba sentada, con su carita de "no rompo ni un plato, hazme caso, por favor" — Es difícil oler a ese lobo y cuando su olor asqueroso se mezcla con tu exquisito aroma natural, me vuelve intensamente loco.
Suspiré y me rendí.
— Bien, me voy a cambiar. — respondí, resignada al efecto que tenía el en mí — Me estás matando, Draven Knightley.
Sonrió con suficiencia para sí mismo.
— Puedes ir a mi baño. — una sonrisa de triunfo bailó en su boca y me señaló el baño.
Me metí y me cambié lo más rápido que pude, detestando esa sensación de poder de alguien sobre mí, pero muy dentro, demasiado dentro, sentía algo más, había un toque de excitación en ese dominio, uno que me volaba la cabeza.
Me deslicé en lo que era una camisa de algún equipo de futbol que me quedaba grande, la esencia de mi vampiro estaba tumbando cualquier rastro de Alex. Draven era delgado y atlético, pero además altísimo, su jersey me llegaba debajo de los glúteos, me dio también un short, pero ese sí era imposible mantenerlo en mí, gracias a mi nueva delgadez se caía con solo dar un par de pasos, cuando me miré en el enorme espejo de Draven, me vi dentro de la ropa, dentro de su ropa y me sentía bastante cómoda, opté por dejarme solamente la camisa, sin el short que igualmente se me iba a caer, me quité el moño que tenía hecho con mi cabello, no terminaba de sentirme cómoda con eso.
Salí del baño y Draven estaba con un montón de hojas en la cama y el libro abierto, estaba sentado en la orilla de su cama, estoy segura de que era una King. Cuando salí, lo ví a él tragar saliva, me recorrió con los ojos en un segundo, usaba ropa y aun así me sentí desnuda ante él. Sus ojos me devoraron con una intensidad que me hizo estremecer, parecía que podía verme a través de la tela, incluso de mi piel.
— El short era muy... grande — dije, seguía parada frente a él, me miraba sin decir una sola palabra.
Con su mano me hizo una seña para llegar hasta donde estaba él, desde su cama, donde estaba sentado, su cabeza me llegaba al pecho, me quedé frente a él, mientras él seguía viéndome, en un segundo sentí su brazo alrededor de mi cintura y la adrenalina explotó en mí, me atrajo con más fuerza a él, me estaba abrazando por la cintura con su brazo, enterró su cara en mi abdomen y sentí cómo su rostro se hundía en este, inhalando mi aroma como si fuera su única fuente de vida.
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La sangre de los malditos
Romance¿Qué harías si después de vivir la peor tragedia de tu vida te obligan a cumplir con algo que estaba escrito antes de que nacieras? Si absolutamente todo en lo que crees es falso y que todo lo que te dijeron que eran cuentos es real y si tú específi...