Era cuarto para las tres y decidí cambiarme de ropa, sabía que olía a lobo y me hizo pensar en Draven y que probablemente preferiría bañarme en cloro, antes que oler a Alex.
Alex. Pensé que me gustaba, realmente, pero ya no lo tenía claro, sentía que era tan perfecto que no podía ser real, hermoso pero raro, como nieve en la playa.
Un mensaje de un número desconocido se coló a mi teléfono usualmente sin señal.
"A las 4, brujita"
Sonreí cuando lo ví, porque sabía quién era.
Me puse una falda suelta verde que no acentuara tanto mis piernas, mierda, estaba tan delgada, me daba tanta melancolía, solía tener un cuerpo trabajado, corría, bailaba, hacia deportes por montones, últimamente no. Me puse una tank top blanca, unas medias blancas y unas botas verdes. Me peiné, o lo intenté, me hice un moño extremadamente pulcro, elegante y estirado, mi cabello por primera vez se veía medianamente decente y no parecía una rubia bruja estereotípica, aunque me dolía la cabeza por traerlo tan estirado, recogí mi bolso, revisando nuevamente que estuviera mi libro dentro.
Bajé 5 minutos antes, para estar lista, me puse brillo labial y rímel, me sentí bonita, en bastante tiempo.
— ¿A dónde vas, Caly? — la voz de mi tía sonó desde detrás de mí.
— Con mi compañero — dije, esperando que no lo relacionara con Draven — tenemos un proyecto y vamos a la biblioteca.
— Oh, pero amor, tienes una biblioteca enorme en el desván, incluso la limpié un poco, deberían estudiar aquí.
— No te preocupes, tía, me va a traer, no llego muy tarde — le dejé un beso en la mejilla.
Mi tía sonrió, y me abrazó fuerte.
— Adoro que salgas con tus amigos, mereces ser feliz.
Escuché un motor acercándose y corrí hacía afuera, mi tía se metió con su té en las manos, cuando salí encontré a Draven recargado en la puerta del copiloto, con unos lentes de sol oscuros, el cabello peinado como siempre y un poco más informal, aunque la camisa ahí seguía, no estaba totalmente abotonada.
— Estás a tiempo. — le dije.
— Te ves diferente — me dijo — te ves más viva.
— Gracias — le dije, acercándome al asiento del copiloto.
Draven lo abrió demasiado rápido para que yo reaccionara.
— Puedo abrir una puerta — le dije, algo irritada.
— Y si yo puedo evitar que lo hagas, lo voy a hacer. — me dijo, quise pelear, pero lo dejé pasar por esa vez.
— Entonces, ¿ya te cuento mi problema? — le dije.
— Aún no, vamos a pasar a un sitio, antes de ir a la biblioteca.
— ¿A dónde vamos?
— Es una sorpresa, brujita. Además, si desarrollaras más tus poderes, podrías saber exactamente qué estoy pensando.
— Necesito una maestra de brujería.
— ¿Y tú tía?
— Está pasando por mucho, no quiero ponerla bajo tanta presión. — dije y él ocultó una risa. —¿qué pasa?
— Caly debes dejar de cuidar a los demás, es tu tía, ella debe ser quién cuide de ti, no al revés.
— Es mi instinto — confesé — no puedo ver que alguien no está bien e ignorarlo, por eso estoy preocupada por ti, hoy llegaste tarde y alterado y podrás ser el alumno más desvergonzado de Grove, pero no eres irresponsable.
ESTÁS LEYENDO
La sangre de los malditos
Romance¿Qué harías si después de vivir la peor tragedia de tu vida te obligan a cumplir con algo que estaba escrito antes de que nacieras? Si absolutamente todo en lo que crees es falso y que todo lo que te dijeron que eran cuentos es real y si tú específi...