CAPÍTULO DOS:

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El ensueño de recién casados no duró por mucho tiempo, ya que a los tres días de regresar a Francia, Alya, la mejor amiga de Marinette se comunicó con ella, dándole la terrible noticia de que su madre había muerto.

Marlene también fue una madre para ella, ya que Alya y ella al crecer juntas, sus madres se hicieron muy amigas y pasaron gran parte del tiempo juntas.

La noticia la tenía destrozada, por lo que con los ojos hinchados de tanto llorar terminaba de cerrar una pequeña maleta.

La familia de su mejor amiga se había mudado y ahora vivían a las afueras de la ciudad, por lo que era un viaje de más de cinco horas en carretera, uno en el que Adrien no la acompañaría.

—¿Segura que te sientes bien para viajar? 

Volvió a preguntar, frotando su brazo de arriba a abajo para darle consuelo.

—Para viajar sí.

Respondió, limpiando de nueva cuenta su mejilla ya que otra vez había comenzado a llorar.

—Puedo cancelar todo e ir contigo.

—No, dijiste que tus reuniones eran muy importantes para la empresa, no quiero que tengas problemas por faltar.

—Para mí tú eres lo más importante, no quiero dejarte sola.

—Solo serán unos días, Alya me necesita y yo quiero despedirme de Marlene, tu preocupate por tu trabajo para que no notes mi ausencia.

Sus palabras no fueron alentadoras para él, ya que hizo una mueca y subió su mano a su mejilla, acariciando su piel antes de darle un largo abrazo.

—Iré a buscarte si me desocupo antes.

Le aseguró, besando un costado de su cabeza.

Y tal como esperaba, su reunión terminó el día y aproximadamente a la hora que tenía en mente. No quisó perder tiempo, por lo que usó el jet privado de la familia para llegar en un par de horas al lugar donde Marinette le dijo que estaría.

Cuando la vió estaba triste obviamente, no dejaba de llorar y sus ojos estaban completamente hinchados por eso.

Marinette quiso quedarse con su amiga unas horas más hasta que decidió regresar con su esposo. Durante el trayecto de regreso en el avión, le platicaba en voz baja los recuerdos que tenía con Marlene, lo mucho que la quería y a su vez que tanto la extrañaría. Él la dejó lamentarse contra su brazo, acariciando su cabello hasta que en algún punto se quedó dormida. 

Apostaba a que no había dormido en los dos días que había estado allí, por lo que debía estar muy cansada si no despertó con las turbulencias a pesar de lo mucho que le desagradan los aviones. 

Aterrizaron con normalidad, transbordando al auto que los llevaría a casa, donde de nuevo volvió a quedarse dormida en todo el camino.

Adrien aprovechó esos minutos para mandar algunos mensajes, tomando la oportunidad de contarle a su padre, presidente de la empresa en la que trabaja y que convenientemente también es el jefe de su esposa, todos los hechos ocurridos y a su vez solicitando que le diera algunos días más para que descanse.

El padre de Adrien adoró a Marinette en el momento en el que la conoció, eso ya hace algunos años cuando la presentó como su amiga.

A ambos les gustaba la moda, su padre quería mantener el legado de su esposa después de que ella muriera, y veía que Marinette tenía mucho potencial y a su vez, que sus diseños le recordaban a los de su difunta esposa.

La amistad con Marinette fue haciéndose más fuerte con el tiempo hasta que se dio cuenta que no la veía simplemente como amiga.

Se hicieron novios, estudiaron juntos, tuvieron algunas peleas en su momento pero ahora estaban en ese punto, recién casados y con muchos planes a futuro. 

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