CAPÍTULO CINCO:

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El embarazo de Marinette iba bien, pero en términos médicos, el dolor que había presentado era normal, ya que a medida que el útero aumentaba de tamaño durante los meses de gestación, se iban estirando los ligamentos que lo mantienen en su lugar.

Eso era lo que ella había sentido, y a pesar de que le había dicho a Adrien que ya había pasado y que el doctor le dijo que era algo de lo que no debía preocuparse, no dejaba de hacerlo.

—¿Realmente vamos a contratar a alguien que cuide de mí? —le preguntó la mujer con una mueca.

—Creo que nos vendría bien la ayuda de alguien para los deberes de la casa, y sí esta persona también sabe de primeros auxilios sería mucho mejor.

—¿No crees que estás exagerando un poquito mi amor?

—Quiero lo mejor para tí, sin importar si piensan que estoy exagerando. Además, por más que quiera no puedo quedarme en casa todo el día, te vendría bien la compañía.

—Está bien, sí eso te deja más tranquilo.

Marinette acarició la mejilla de su marido, y antes de poder besarlo, el sonido de la puerta los interrumpió.

—La primera candidata llegó— le informó Adrien, alejándose de ella para atender la puerta, y mientras lo hacía, Marinette avanzó hasta el sofá, dejándose caer en él.

Una mujer de cabello castaño y ojos ligeramente rasgados de color olivo se hizo presente en la sala de estar, regalandole una amplia sonrisa a la azabache.

—Usted debe ser la señora Agreste, déjeme decirle que su casa es espléndida, tiene un muy buen gusto— le dijo la castaña, acercándose a ella para estrechar su mano en forma de saludo.

—Gracias, pero en todo caso el crédito se lo lleva mi marido—. Siéntate, ¿cómo te llamas?

—Lila Rossi, pero puede decirme Lila solamente.

—Lindo nombre, ¿es italiano?

—Así es, yo vengo de Italia. 

—¿De verdad? Estás lejos de casa entonces. Yo me llamó Marinette, y espero que puedas llamarme así, honestamente no me gustan las formalidades.

—Bueno— Adrien finalmente hizo su intromisión, sentándose a un lado de su esposa—. Cómo puedes ver, mi esposa esta embarazada, y el trabajo que tendrías que realizar es asistirle con lo que necesite, pero para eso, ¿tienes tu curriculum?

—Sí, aquí está— la castaña le extendió una hoja de papel, quien Adrien tomó con una pequeña mueca y comenzó a leer cuidadosamente.

—No terminaste la universidad— su intención no era sonar brusco, pero al recibir un ligero golpe de costado por parte de Marinette, supo que lo que había dicho no era muy cortez.

—Lamentablemente no, pero tengo conocimientos sobre enfermería, eso era lo que estaba estudiando. Lamentablemente mis padres murieron y yo he tenido que subsistir por mi cuenta, he estado buscando trabajo por todos lados y no he tenido uno fijo. Llegué aquí con la esperanza de que mi suerte cambie.

Quizá por haber crecido y ejercer en el mundo de los negocios, Adrien no sentía lastima por cualquier persona, no era algo que pudiera permitirse después de todo.

Ese era otro punto en el que era completamente opuesto a su esposa.

Quien se había conmovido al extremo por la historia de la castaña, y su buen corazón no le podía permitir dejarla desamparada.

—Lo siento señorita Lila, pero honestamente estoy buscando a alguien más preparado.

—Adrien, vamos. Dijiste que estaría bien con que supiera primeros auxilios, para mí Lila es perfecta para ayudarnos.

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