CAPÍTULO CUATRO:

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Las dos líneas verticales en la prueba solo indican un resultado.

Marinette cubrió su boca con su mano, antes de alzar la vista para observar a Adrien.

—Vamos a ser papás.

—Vamos a ser papás— repitió él, esbozando una sonrisa que se le contagió a ella.

—¡Vamos a ser papás!— saltó a sus brazos con emoción, dandole un beso en los labios a su esposo, quien le dió uno más de regreso mientras la bajaba al suelo—. ¿Podemos salir a dar la vuelta? 

—Lo que quieras.

Ambos se pusieron sus abrigos a pesar de que no hacía frío, y tomados de la mano salieron de casa, avanzando por la acera bajo las luces de las farolas.

—Mi madre va a ser la más feliz con la noticia— habló ella, sin poder evitar sonreír al mencionarlo.

—No lo dudo, pero quizá mi padre le gane en emoción a tu madre.

—Cierto, el día de la boda mencionó el tema de los nietos cómo cinco veces —respondió ella, sonriendo al recordar—. Creo que primero debería hacerme un examen de sangre antes de dar la noticia, para confirmar.

—¿Quieres que programe una cita?

—Claro, por favor.

—Está bien —Adrien levantó la mano de su esposa hasta sus labios, depositando un beso en el dorso de la misma mientras seguían caminando.

[...]

Para todos los que conocían a la joven pareja era una duda el cómo habían podido terminar juntos.

Adrien es una persona seria y calculadora, no le gustaba socializar por gusto y ni hablar de tener que estar en un lugar con muchas personas alrededor.

Y por otro lado, Marinette es amable y gentil, siempre ayudando a quienes lo necesitaban y consiguiendo amigos nuevos a donde fuera.

Nadie tenía fe en que su intento de hablar con Adrien para invitarlo a estudiar con ella y sus amigos funcionaría, pero esa tarde él se presentó puntual en la cafetería frente a la escuela.

También fue muy extraño para todos que él accediera a salir si solo ella se lo pedía.

Incluso le dijeron que no podía enamorarse de él, que no había forma de que él correspondiera a sus sentimientos. Por ello fue una sorpresa para todos que él le pidiera salir cómo novios.

A fin de cuentas, las relaciones son de dos, y les gustaba mantener lo que sucedía entre ellos en privado, pero no en secreto.

Cómo estaba sucediendo en ese momento, donde sus familiares y amigos más cercanos se acercaban a la pareja para felicitarlos por el bebé que estaban esperando. 

Marinette aceptaba con una sonrisa las palabras amistosas de sus allegados, mientras que Adrien se mantenía neutral a un costado en la habitación, dandole pequeños sorbos a su champagne de vez en cuando.

—Amiga, ¿estás segura que Adrien está feliz por la noticia? —le preguntó Alya con curiosidad, mirando sin disimulo al rubio.

—Claro que sí, incluso me atrevo a decir que está más emocionado que yo. Simplemente no le gustan esta clase de eventos, estar rodeado de personas.

—Lo sé, y si no lo hubiera visto el día de su boda, podría jurar que te amenazó para casarte con él —bromeó la mujer, ganándose un leve golpe en el brazo.

—Qué cosas dices Alya. 

—No lo digo en serio— se justificó la morena, bebiendo de su copa mientras que Marinette la imitaba, pero en comparación a su amiga, ella bebía un poco de jugo—. Pero ya dime, ¿Porque esperaron tanto para dar a conocer la noticia? 

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