—¿Me golpearás? —preguntó el menor con la voz temblorosa y un rastro visible de preocupación reflejado en sus facciones. La simple idea de ser golpeado de un modo violento por aquel alfa le aterraba.
No sabía qué hacer. No sabía que decidir. El pelinegro lo había puesto en una situación lo suficientemente complicada como para pensar dos veces el asunto de ser su jodido sugar baby, su jodido omega sumiso.
Él no deseaba ser dominado por nadie. Él no pretendía ser controlado por nadie. Él no quería ser castigado por nadie. Él sólo quería irse abrazando su libertad. Pero si se iba de la mano de su independencia, se iría desnudo, sin celular, en celo y, para empeorarlo todo, sin siquiera poder ver a su mejor amigo. ¿Valía la pena?
—Los únicos golpes que recibirás de mi parte serán unas buenas nalgadas en pleno acto sexual y, créeme, te gustarán tanto que me rogarás por más —le comunicó el alfa con la seguridad estampada en su negra mirada que no dejaba de intimidarlo.
Dre se imaginó aquella deleitable escena y, sin siquiera poder contenerlo, un leve gemido se escapó de entre sus labios, provocando que algo comenzara a encenderse en el interior del alfa.
El omega se encontraba a escasos centímetros de perder el control. El singular dolor que el celo producía había regresado, iniciando un tortuoso recorrido por todo su cuerpo, por el cual se propagaba aquel malestar. El fuerte aroma de sus feromonas llenaba el ambiente, adentrándose con facilidad por las fosas nasales de Cheng.
Ciertamente, Dre no se encontraba en condiciones de tomar una decisión. Pero, ¿acaso tenía alguna otra alternativa? ¿Acaso irse desnudo con sus feromonas alborotadas era lo más indicado?
—¿Qué p-pasará s-si… s-si no c-cumplo con lo q-que me p-pidas? —cuestionó el omega entrecortadamente, teniendo la respiración bastante irregular, encontrándose a punto de retorcerse allí mismo.
—Te castigaré —anunció Cheng relamiéndose los labios, haciendo su mayor esfuerzo por conservar la tranquilidad. Algo realmente difícil teniendo en cuenta lo cautivante y atrayente que era el intenso olor que Drr emanaba—. Pero no con golpes. En este asunto, no suelo utilizar ese tipo de violencia física como método de sanción.
—¿C-Cómo castigas? —consultó el menor utilizando sus últimas fuerzas para mantenerse en una postura adecuada.
Sin embargo, su cuello ya había abandonado su dominio, ladeándose con sensualidad de un lado hacia al otro en contra de su voluntad. De su boca pretendían salir gemidos descontrolados, algunos eran acallados, mas otros liberados en su máximo esplendor.
—Pórtate mal y averígualo —expresó el alfa admirando el gran espectáculo que le estaba ofreciendo Dre. Sabía que no lo hacía a propósito, pero, mierda, se veía tan deseable que su alfa gruñía de desespero por hacerlo suyo ahora mismo—. Esta no es una circunstancia adecuada para tomar una decisión. Vete a la habitación, mastúrbate, descansa y mañana hablamos.
—N-no… —musito Dre, agitado, arqueándose levemente—… y-yo odio masturbarme… —tragó en seco, dejando salir otro gemido—. Te quiero a ti, d-daddy.
Dre estaba seguro de que, en cuanto su celo terminara, se golpearía la cabeza contra la pared por haber sido capaz de mencionar aquella insólita palabra que ahora mismo había provocado un huracán dentro del alfa. Un huracán que ya no podía ser controlado.
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SUBLIME DOMINACIÓN
RandomDre ama las fiestas, tanto como ama ver el color verde pastel decorando sus uñas.Dre adora el sexo, tanto como adora bañar de su dulce aroma a los alfas. Dre disfruta de su independencia, tanto como disfruta del efecto de la droga. Dre detesta segui...