—Hay que poner reglas —anunció el omega, intentando frustradamente colocarse el bendito moño frente a un espejo de aquella habitación.
Cheng apareció detrás suyo con aires de serenidad, tomando con cuidado la pequeña prenda entre sus dedos, ayudándolo.
—¿Reglas para que? —cuestionó el susodicho, terminando de acomodarle el moño a su Omega.
—Para lo que sea que tengamos ahora —dijo Dre, volteándose para verlo de frente—. Es decir, no quiero que nos emparejemos ahora, ¿entiendes? Porque si todo se vuelve extremadamente lindo entre nosotros, luego nos va a costar muchísimo más separarnos y será demasiado sentimental… No se tú, pero yo quiero ahorrarme eso y dejar todas las boberías de pareja para cuando regreses.
—Entiendo tu punto, pero no entiendo qué clase de reglas quieres poner —comunicó el alfa, posando sus manos en la cintura del menor.
Dre carraspeó, viendo más de cerca aquellas salpicadas manchitas rojizas en el atuendo del otro.
—Por ejemplo, nada de tus cursilerías, a menos que sea para halagar mi trasero —expuso este, provocando que una risa se escapara de entre los labios de Cheng—. ¡Oye, esto es asunto serio! —reprendió, haciendo un mohín.
Cheng negó con un movimiento de cabeza, sin deshacer la expresión divertida que cargaba su semblante. Se permitió a él mismo enterrar su rostro en el cuello del omega, disfrutando con plenitud de su dulce aroma, depositándole territorialmente el suyo propio.
—De verdad lo digo. No estoy acostumbrado a escuchar cosas lindas sobre mí, quitando lo obsceno, y no quiero que arruines mi costumbre sabiendo que luego volveré a lo mismo de antes. No quiero sentirme excesivamente vacío.
El alfa respiró hondo, separándose un poco de su lugar favorito en el mundo.
—De acuerdo —murmuró, derrotado, con un atisbo de tristeza marcando presencia en sus orbes negros.
—Pero no te pongas triste —se apresuró a decir Dre, llevando sus manos a las mejillas del asiatico—. Te prometo que cuando vuelvas y estemos juntos hasta yo seré dulce contigo.
De nuevo, inhaló profundo, intentando resignarse. Rozó suavemente sus labios con los del omega, para luego besarlos despacio, con la ternura desbordándose en aquel íntimo contacto.
—Ni siquiera me he ido y ya quiero volver, joder —expresó Cheng con frustración cuando se hubo apartado—. Hasta hace una hora me importaba una mierda el tiempo que pudiese permanecer en el exterior, es más hasta creía que me serviría para despejarme y olvidarme de ti. ¡Estaba seguro de que no lo sentías! Y ahora… ahora irme es un nuevo y jodido problema que ansío quitármelo de encima ya mismo.
Dre se sintió fatal. Su rostro decayó en una expresión de absoluta amargura al pensar en que aquel viaje no sería un verdadero problema para el alfa si él lo acompañara. Cierta parte de él tenía deseos de hacerlo, de ir tras él sin importar a donde quiera que fuese. Pero, por otro lado, tenía tanto miedo.
¿Y si las cosas entre ellos no salían bien? Dre estaría solo en otro continente sin en el apoyo de nadie más que de Cheng, ¿y si peleaban? ¿y si quería separarse del alfa? ¿A dónde iría a escaparse? Al menos, si estuviesen en Estados Unidos e intentaran ser pareja, él tenía la certeza de que podría volver con su madre o con sus amigos si algo no iba bien. El tendría un lugar donde refugiarse si Cheng llegase a agobiarlo.
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SUBLIME DOMINACIÓN
RandomDre ama las fiestas, tanto como ama ver el color verde pastel decorando sus uñas.Dre adora el sexo, tanto como adora bañar de su dulce aroma a los alfas. Dre disfruta de su independencia, tanto como disfruta del efecto de la droga. Dre detesta segui...