Atrapados.

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Los días siguientes el pánico entre la población creció ante un posible ataque, no era para menos si habían asaltado uno de los lugares más inofensivos de la ciudad ¿Qué seguridad tenían de estar a salvo en cualquier otro lado?. 

Los primeros días todo estaba a especulación de la gente sin nada confirmado por las autoridades, finalmente la policía militar hizo de dominio público la información de las bajas militares y civiles, así como el orden de como sucedió el atentado tres días después, ya que la gente empezó a cuestionar su complicidad en los sucedido y la veracidad de los hechos, eso los acorraló teniendo que salir el comandante superior de la policía militar Nile Dok a dar una conferencia de prensa en un intento de calmar a las exigencias de la sociedad.

Por las noticias circulaban los reportajes frecuentemente señalando las inconsistencias de la policía militar así como la posible implicación de la mafia, por lo cuál las personas transitaban con miedo por las calles, inseguros de decir alguna palabra que los volviera blanco de grupos delictivos.

Las actividades en el colegio Laude Sina  fueron detenidas por completo, estaban de luto por aquellos decanos que perdieron la vida en los hospitales aunado que los destrozos en las instalaciones lo volvieron inhabilitable, sin olvidar que los padres estaban consternados por la seguridad de sus hijos que no estaban dispuestos a hacerlos regresar; Eren, Mikasa y Armin optaron por tutores particulares en sus hogares, lo mismo sucedió con Isabel, él pelinegro notaba lo abrumada que ella estaba por el cambio tan repentino, debido a que ir al colegio le evitaba sentirse encerrada en su hogar aunque no tenía opción, después de todo nada era seguro.

En cambio la semana pasó de prisa para Levi Ackerman, continuaba tras los responsables del incidente de Laude Sina, para los días que transcurrieron no se sumaban muchas novedades y por lo que sus hombres filtraron de la investigación de la policía ellos estaban teniendo discrepancias en su averiguación, lo cuál de ambas partes lo tenían frustrado, llegando a considerar la idea  de infiltrarse directamente él en la compra venta de armamento en el mercado negro de Medio Oriente, pero había una alta posibilidad que el estado señalará a su legión como responsable del atentado, de por sí se estaban catalogados como posible sospechosos.

Dio un resoplido cruzándose de brazos dejando reposar su cabeza en el respaldo del automóvil, se dirigía a las afueras de la ciudad donde la población era casi nula, ese día el viento helado movía los árboles de un lado a otro provocando que hojas secas cayeran por las calles pintado las avenidas y parques en tonos marrones y rojizos, de cierto modo eso lo hacía sentir disgustado pese a que no tenía claro el motivo.

El automóvil se detuvo en una zona casi desolada entre edificaciones viejas, luego de descender tenía frente a sus ojos una enorme bodega de aspecto lúgubre, deteriorada por los años de abandono, frunció la frente ante el desagrado que le provocaba.
Miro hacia el techo donde bien camuflados estaban algunos de sus subordinados totalmente armados, listos para abrir fuego ante cualquier amenaza.

—Es aquí Levi.—

Le dijo burlonamente su hermano, sabiendo bien su obsesión con la limpieza.

—Que repugnante—

Al menos no tocaría nada directamente con sus manos, el par de guantes lo mantenía lejos de ser contaminado.

—¡Que bueno que llegaron!, este lugar es escalofriante, no es que a mi me asuste, de hecho podría pasar aquí la noche, lo digo por este par de llorones allá adentro.—

Salió a su encuentro Auruo alardeando su valentía como siempre, provocando que el azabache pusiera los ojos en blanco.

Auruo era un buen camarada, el pelinegro le tenía respeto de la misma forma que a sus más allegados solo que no era bueno demostrándolo; él era muy bueno en su trabajo aunque alardeara demasiado  sobre su destreza con las tácticas informáticas, así como su hábil manejo con las armas.

CacciatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora