CHAPTER 11 🤍

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—Así que, ese alguien que me ocultabas, es tú cuñado —afirmó Hoseok sin dirigirle la mirada, como si ahora todo tuviera sentido para él—

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—Así que, ese alguien que me ocultabas, es tú cuñado —afirmó Hoseok sin dirigirle la mirada, como si ahora todo tuviera sentido para él—. Eres un imbécil, ¿lo sabes?

Taehyung gruñó, no conforme con el comentario de su supuesto mejor amigo. Sabía que no lo decía para lastimarlo o algo similar, sin embargo, eso no evitaba su incomodidad.

Llevaba con el moreno lo que sobró de la mañana contándole toda la situación y dejando salir cascadas de preocupación que se había obligado a retener para sí, permitiéndose desahogar por primera vez. Y que no se malentienda, agradecía que fuera un par de oídos que lo escucharan y una voz que le devolviera la razón con sus observaciones, solo que preferiría que no las hiciera tan jocosamente.

—Jungkook es mi novio —le aclaró—. Y sí, lo sé, no hay por qué repetirlo.

No es como si estuviera orgulloso de sus acciones o no se sintiera culpable al punto del sufrimiento con esa estúpida mentira. Él más que nadie sabía lo idiota que estaba siendo y eso lo atormentaba día y noche, torturándolo cada que lo recordaba.

—No, para él Taehyung es su cuñado y Taesun su novio.

Y joder, mentiría si dijera que esa frase no le dolió.

El recuerdo de ese hecho, que se esforzaba por ignorar, era como un puñal atravesado en el pecho, uno envenenado con verdad.

—Hoseok, por favor, no viniste a recalcarme lo obvio —imploró en medio de su reclamo, cruzándose de brazos, intentando mostrarse poco afectado.

—No sería un buen mejor amigo de no hacerlo —replicando su acción con los brazos, Hoseok se reclinó en la pequeña silla que hacía parte del comedor universitario—. Tae, no puedo decirte lo que quieres escuchar, sabes que esto está mal. Estas que te caes de la culpa.

No pudo evitar bajar su mirada hacia el metal, repentinamente incómodo por los profundos ojos que perforaban sus huesos. Tenía razón, claro que la tenía y ojalá pudiera, aunque sea, resolver un mínimo de esa situación. Pero no, recalcarlo no hacía más que abrir la herida por mero gusto, por el único placer de verlo con el dolor en carne viva y restregarle que él mismo se encargaba de mantener esa llaga existente a pesar de ser quien tenía el poder para cambiarlo.

WHO [KTH & JJK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora