Los Juegos Del Hambre Edición 74°

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El sol se elevaba lentamente sobre el horizonte del Distrito 12, arrojando una luz débil sobre las callejuelas polvorientas y los edificios destartalados. En la inmensa villa de vencedores Alison Abernathy se despertó con el corazón palpitando de ansiedad. 

Sus pensamientos inmediatamente se volvieron hacia su padre, Haymitch, cuya presión siempre que unos juegos se acercaban era demasiado intensa.

Alison se levantó con cuidado, tratando de no hacer ruido mientras se movía por la habitación escogiendo ropa, zapatos y un lindo listón blanco que solía ser de su madre. 

Lo usaba en cada cocecha y le daba suerte y esta seria la ultima vez que lo haría.

Una mirada al reloj de pared confirmó lo que temía: la cosecha para los 74° Juegos del Hambre se llevaría a cabo en pocas horas. Y aunque tenía dieciocho años y eran sus últimos juegos ya había visto suficiente para saber que nadie en el Distrito 12 estaba a salvo.

Su padre, había sido mentor de tributos durante años, sobreviviendo a su propio tormento en la arena y luego navegando con astucia a través de los juegos políticos del Capitolio. 

A pesar de la brecha emocional Alison admiraba su fuerza y su capacidad para mantenerse firme en un mundo quebrantado por el miedo y la opresión, pero ahora temía que esa misma conexión con los juegos la llevara a ella misma al centro de la tragedia.

Mas aun después de los últimos juegos donde su padre consiguió sacar no uno, sino, dos vencedores.

Bajó las escaleras hacia la cocina, donde un trozo de papel arrugado y un lápiz descansaban sobre la mesa. A regañadientes, comenzó a escribir una carta para su padre, luchando contra las palabras.

Un golpe en la puerta interrumpió sus pensamientos y contuvo el aliento rogando que no fuera su padre quien decidió volver temprano de casa de Katniss luego de desmayarse por el alcohol en esta la noche anterior.

Sin embargo Peeta la sorprendió con una sonrisa cálida y tranquilizándola.

-¿Que haremos hoy luego de la cosecha? ¿Pintura o lago? -pregunto colocando el pan sobre la mesa y ella sin demora, guardó la carta en su bolsillo y se dirigió hacia la nevera para buscar el queso de cabra que Prim le regalo ayer.

-¿No serás mentor? -pregunto ella confundida antes de voltear y verlo cortar el pan, con sus músculos resaltando y poniéndola nerviosa dado que aun no superaba el flechazo que sentía por el panadero.

-Desde que corte mis lazos con Katniss tan de golpe, el capitolio quiere evitar que estemos juntos mas de lo necesario así que ella y Augustus serán mentores este año -explico mientras colocaba el queso dentro de un trozo de pan y se lo tendía.

-Que horrible -murmuro mordiendo un trozo.

-Bueno es eso o me aguanto un viaje de varios días con tu padre así que... -dejo al aire haciéndola reír antes de comer a su par.

El cálido silencio los envolvió y ambos se sonrieron con los ojos antes de terminar de comer.

La mañana acabo rápido y antes de que su padre volviera dejo la carta sobre la mesa y convenció a Peeta de acompañarla hasta el edificio de justicia.

En la plaza del distrito, el murmullo de la multitud y el aroma de la angustia llenaban el aire.

Alison se separo de Peeta y se unió a las filas de las jóvenes mayores reunidas, sus ojos escudriñando la plataforma elevada donde los nombres de los tributos se elegirían al azar para la aren.

Todo el show comenzó minutos después y pudo sentir las miradas de Peeta y su padre sobre ella, mientras el video corría y la selección comenzaba.

Pero cuando la mano del Effie Trinket se detuvo sobre un papel y lo leyó con pesar, el corazón de Alison, Peeta y Haymitch se hundió en su pecho.

"Alison Abernathy", anunció con una tristeza y una sonrisa falsa, como si estuviera presentando un espectáculo para el Capitolio y a su vez condenando a una joven a una muerte segura.

Alison se mantuvo firme mientras era escoltada hacia la plataforma, su mirada evadiendo desesperadamente la figura de su padre y de Peeta en el escenario. La multitud la veía con lastima, tal vez por ser hija de un vencedor.

Ya que fue claro para todos que su nombre no salió al azar y que la suerte no estaba para nada del lado de la familia Abernathy.

Alison cometió el error de mirar a Peeta y en su rostro, encontró la misma mezcla de ira e impotencia que ella sentía dentro de sí misma.

Junto a Peeta, Haymitch observaba en completo silencio, sus ojos oscuros evaluando la situación. Todo rastro de su habitual expresión desinteresada y sarcástica se desvaneció en cuanto escuchó el nombre de su hija. 

Aunque intentaba aparentar dureza, dentro de él el terror se encendió. Alison era lo único que le quedaba después de tantos años de sufrimiento y pérdida. Verla caminar hacia su probable muerte lo destrozaba por dentro.

Se obligó a no moverse, a no hacer una escena. Pero cualquiera que lo conociera lo suficiente, como Peeta, Katniss o su propia hija podía ver que su mandíbula estaba apretada con tal fuerza que parecía que se rompería en cualquier momento.

Su pequeña iría a una arena donde la vida y la muerte eran meramente juguetes en las manos del Capitolio. 

Y mientras el silencio resonaba en la plataforma mientras las personas de su distritos hacían una señal de respeto, de rebeldía hacia el sistema, en ese momento Alison supo que su verdadero desafío estaba por comenzar.

Sobrevivir no solo a los juegos, sino también a los fantasmas de su padre y las expectativas de un pais en vuelto en rebelión.

De un país en llamas.

Angel De Carbon ~ Los Juegos Del HambreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora