Una inesperada casualidad (Inuyasha y Sango)

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- Maldición. - gruñó mientras atravesaba las ramas de los árboles con aquella rapidez que lo caracterizaba.

- ¡No lo dejen escapar! - la voz de aquel hombre resonó en sus tímpanos. - ¡Una criatura como él no debe merodear la aldea!

Criatura.

- Feh, humanos bastardos.

Un grito agónico provocó que se detuviera y mirara por sobre su hombro.

Sangre.

- ¡Hiraikotsu!

El boomerang despedazó las ramas que se encontraban detrás de si, al mismo tiempo en que él se ponía de cuclillas.

- ¡No creas que te dejaré ir tan fácil, bestia!

La mujer emergió de entre las sombras de aquellas grandes estructuras naturales. Su rostro blanquecino estaba adornado por pequeñas cortaduras, amén que su largo cabello castaño se bamboleaba al son de la brisa nocturna.

- Maldita. - susurró.

El arma regresó a las manos de Sango, quién se detuvo a unos metros, entrecerrando sus ojos marrones.

- Sólo quiero saber algo antes de matarte, bestia. ¿Qué estabas haciendo cerca de mi aldea?.

- ¡Eso no te interesa!

- ¡Conste que te di una oportunidad! - nuevamente lanzó el arma, sin embargo el híbrido lo evadió y se abalanzó sobre ella.

- ¡Garras de acero!

Sus manos chocaron con la espada que la exterminadora interpuso entre los dos. Aquel fue el primer momento en el que sus ojos se vieron con tanta cercanía. Lanzó un nuevo golpe con su mano libre, sin embargo ella logró empujarlo, alejándolo rápidamente.

Corrió con la idea de recuperar su boomerang pero las garras de fuego que el hibrido lanzó la alcanzaron en la zona de sus piernas, rasgando su traje y obligándola a detenerse.

- ¡Bastardo! - gritó.

Antes de que alguno de los dos pudiera dar el siguiente paso, un nuevo grito se elevó en la penumbra de la noche.

- ¡Hermana!

- ¡¿Kohaku?!

El niño salió despedido del bosque en el mismo momento en el que un demonio derribaba los árboles detrás de si.

- ¡Her...! - cayó al suelo.

- ¡KOHAKU!

Ya no tenía tiempo de ir en busca de su arma por lo que se limitó a correr en dirección de su hermano y abrazarlo con fuerza mientras cerraba sus ojos y esperaba el golpe final del demonio.

- ¡Garras de acero!

¿Qué?

Todo sucedió en cámara lenta. Miró por sobre su hombro y vio la figura de aquel híbrido saltando sobre ella y atravesando aquel demonio con sus propias manos.

- ¿Her... hermana? - el murmuro del niño la regresó a la realidad.

- ¡No mires! - regresó su vista al frente, apretándolo contra su cuerpo mientras el sonido de las partes de aquel yokai, cayendo a su alrededor, bloqueaban el sonido ambiente del bosque.

Segundos después el silencio volvió a reinar. Abrió sus ojos y se puso de pie mirando a su alrededor.

No está.

Pensó, preguntándose el porque de la reacción de aquel ser, ¿acaso los había salvado por elección o para salvarse él mismo de morir en manos de alguno de los dos?.

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