Un deseo compartido: Inuyasha y Kikyo

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Es verdad... yo no soy así.

Aquellas palabras, entremezcladas con su rostro, se habían quedado en mi mente durante todo este tiempo.

- Keh, mujer tonta... ¿por qué decir que somos parecidos? - coloqué mis manos en mi haori, contemplando el cielo desde la rama en la que estaba sentado.

¿Y por qué me siento de esta manera? ¿Por qué siento como si hubiese dicho algo malo?

- ¡Bah! - meneé efusivamente mi cabeza. - ¡Yo no hice nada! Y tampoco tengo que acercarme a decírselo.

El atardecer comenzaba a asomarse y mi mente parecía no querer calmarse.

Kikyo... ¿por qué no puedo dejar de pensar en ti?

A la mañana siguiente.

Abrí mis ojos muy temprano, sin embargo lo primero que llegó a mi nariz, incluso antes de ponerme de pie, fue su aroma.

- ¿Qué demonios hace despierta tan temprano?

¿Realmente iba a ir a investigar? Bueno, no perdía nada...

Descendí y atravesé el bosque con el mayor sigilo posible, tratando de pasar inadvertido en mis movimientos. Momentos después, la vi. Estaba caminando tranquilamente, con su arco en su espalda y un cesto en sus manos. Su andar era increíblemente tranquilo, al igual que la seriedad en la expresión de su rostro.

¿Cómo es posible que tenga esa actitud teniendo algo tan valioso con ella?

Cualquier ser, yokai, incluso humano, podía tratar de interceptarla para robarle la Perla y no todos pensarían como yo a la hora de intentarlo.

Yo jamás pensé en hacerle daño.

La seguí sin que ella se percatara de ello. Se detuvo frente a una especie de campo, uno bastante lejano a la aldea y pude ver como se arrodillaba y comenzaba a recolectar diferentes hierbas, colocándolas en aquella canasta.

- ¿Tanto lio sólo para esto? Feh... al parecer le gusta perder el tiempo.

¿Y que demonios estoy haciendo yo, perdiendo mi tiempo observándola?

- Podría aprovechar que esta distraída y... robarle la perla. - empuñé mis garras, riendo.

Sin embargo, mi falsa sonrisa se esfumó al instante y un gruñido salió de mis labios al aceptar que no deseaba hacerlo.

Ella se puso se pie y yo me aseguré de esconderme bien para que no me viera. Su rostro miró hacía uno de los laterales y su cabello, el mismo que estaba elevado en una media cola, se meció al compas de la brisa matutina. Por alguna razón, mi corazón comenzó a palpitar a un ritmo un poco más acelerado y eso no me agradaba. Ni siquiera estaba cerca y me sentía nervioso.

En ese momento, ella miró en mi dirección y una pequeña sonrisa apareció en su rostro, amenazando con desestabilizar la poca cordura que, al parecer, me quedaba.

- ¡Hugh! - salté hacía uno de los árboles, escondiéndome entre las ramas.

¿Qué demonios fue eso?

- ¿Inuyasha? - mi respiración se detuvo al escuchar su voz, sin embargo me mantuve en mi lugar. - ¿Inuyasha? ¿Dónde estas?

Me asomé y la vi, girando su cabeza en todas direcciones.

¿Realmente me esta buscando a mi?

Me debatía internamente entre si salir o no y, al final, decidí quedándome en mi lugar, esperando a que se marchara.

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