Protegerte: Kikyo y Koga

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Aquel demonio era más fuerte de lo que pensaba y sus heridas lo demostraban. Su respiración agitada y las pequeñas gotas de sangre que caían de sus brazos sólo la ofuscaban más. Entrecerró sus ojos al disparar aquella flecha y notar como parte de su cuerpo era despedazado, pero aún se mantenía en pie.

Debe tener algún punto débil...

Esquivó el golpe de aquel ser, el cuál poseía un aspecto bastante llamativo. Su piel no se veía sólida, por el contrario, era como si de una contextura gelatinosa se tratara y, en más de un momento, se había desprendido de ella sin demasiado interés o dolor.

No se por cuanto tiempo podré soportar.

Hizo una mueca de dolor, tratando de enfocar su mirada y cerró sus ojos.

Hay alguien más aquí, puedo sentirlo...

- Después me encargaré de ti. - murmuró, tomando una nueva flecha mientras el demonio se lanzaba sobre ella. - Es ahí.

La flecha impactó en la zona del abdomen, provocando que este ser explotara y ella tuviese que alejarse varios metros, ya que sus partes podían aplastarla con facilidad.

Una vez que todo terminó, pronunció un largo y sonoro suspiro. Elevó sus ojos al cielo nocturno, el cual estaba cubierto y la primera gota cayó sobre su nariz. Miró por sobre su hombro sin perder su seria expresión.

- Se que estas ahí. - la seriedad también se reflejaba en el tono de su voz. - ¿Qué es lo que quieres?

Aquellos ojos celestes, que se encontraban detrás de aquel árbol, se asomaron sutilmente pero él se mantuvo en silencio.

- Sólo te lo diré una vez... si no quieres morir, sólo aléjate.

Intentó dar un paso, sin embargo su agotamiento era evidente. Hizo una mueca de dolor antes de caer de rodillas, tratando de regular su respiración. Su vista se nubló en ese instante mientras la lluvia comenzaba a intensificarse notablemente.

¿Acaso moriré aquí?

Pensó en el mismo momento en que su pecho tocaba el suelo y sus ojos se cerraron.

¿Qué?

No supo durante cuanto tiempo estuvo inconsciente, sin embargo de un momento a otro comenzó a sentir que su mundo se removía. Abrió ligeramente sus ojos y supo que alguien la estaba sosteniendo, pues su rostro estaba apoyado sobre lo que parecía ser el pecho de alguien. Intentó enfocar su mirada, pero aún se sentía demasiado débil, por lo que la oscuridad la envolvió nuevamente en cuestión de segundos.

- Hermana... hermana... ¡Hermana!

- ¿Qué? - murmuró.

- ¡Hermana! ¡Gracias al cielo!

- ¡Señorita Kikyo! - una voz masculina se unió a la de su pequeña hermana. - ¡¿Se encuentra bien?!

Se sentó, notando que estaba a unos metros de la entrada de la aldea.

- Hermana, estábamos muy preocupados por ti, salimos a buscarte y no podíamos encontrarte...

- Kaede. - la miró, tratando de procesar todo lo que había vivido.

La lluvia se había dispersado, sin embargo ella, al igual que los demás, se encontraban empapados. El sol aún no parecía tener intenciones de salir, dejándole en claro que aún estaba de noche y el frio se estaba haciendo sentir.

- Pensé que habías muerto. - los ojos de la niña se llenaron de lágrimas.

- Tranquila. - colocó una mano sobre su hombro. - Estoy bien.

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